
El noiés ha dedicado toda su vida al balompié: como aprendiz, profesional, entrenador y jugador sénior
14 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.«No se preocupe señora, su hijo será futbolista», esta era la respuesta que recibía la madre de Matito cuando, angustiada, preguntaba en el colegio de su hijo: «Que va a ser de este niño», niño, que ya de aquella dedicaba todo su tiempo al deporte, pues con 12 años Julio Mato se estrenaba jugando en el equipo de los salesianos.
El propio futbolista cuenta cómo empezó en el mundo del deporte, siendo muy joven y sin tener todavía la edad necesaria para ello: «Yo aún no tenía los años suficientes y falsificaba la firma para poder jugar. Cuando contaba con 16 o 17 años, algunos equipos más grandes ya empezaban a interesarse por mí». En sus álbumes de recuerdos conserva anotaciones que acompañan sus fotos como jugador. En una instantánea del equipo Arenal de Santiago apuntó: «Matito, un niño rodeado de mayores»
Parece ser cierto que algunas personas sí nacen con un don, ya que desde sus comienzos futbolísticos en el Arenal de Santiago su carrera siempre fue en continuo ascenso. Después de pasar por el Santiago CF, jugó en Segunda División, en el Ourense, hasta llegar a Primera entrenando para el Real Betis Balompié, Real Oviedo y Elche. Cuenta cómo fue cedido del Betis al Oviedo: «El equipo estaba a punto de bajar de Primera, pero fuimos capaces de mantener la posición». Durante estos años Julio Mato fue creciendo y afianzándose como deportista.
Etapa profesional
«Así eran antes los campos de fútbol», dice señalando una fotografía suya de cuando jugaba en el Betis: «Los campos eran leiras». Lo mismo pasaba con los balones: «Tenían unas correas que se utilizaban para unir la tela. Algunos futbolistas incluso llegaban a los partidos con un paño en la cabeza para no hacerse daño con la correa del balón». Argumenta que las diferencias, con respecto a la época actual, eran abismales, lo que requería a los jugadores un esfuerzo mayor: «Para poder jugar en esos campos había que tener una técnica fantástica».
A la temprana edad de 27 años, Julio Mato abandonó el fútbol profesional, después de haber estado durante seis años en Primera División: «Mi retirada no fue cuestión de valer o no valer, las cosas que pasan en la vida son resultado de una serie de circunstancias ajenas a nosotros».
Una vez de vuelta en Galicia y después de su descenso de Primera, Julio Mato pasó por el SD Compostela y el Noia. Matito colgó definitivamente sus botas a los 41 años: «Cuando yo me retiré del fútbol profesional comencé a entrenar aquí como veterano».
Posteriormente, empezó a trabajar como entrenador del Noia CF, en las categorías juveniles y sénior, donde estuvo durante varias temporadas.
Placa de honor
Julio Mato fue un niño rodeado de adultos y es él ahora, quien se rodea de jóvenes. Y esto es algo que le hace sentirse orgulloso: «Cuando jugaba en veteranos y en mi camiseta ponía 65 (años), yo le daba la vuelta para que se viese en la foto mi edad». Desde su fundación, ha entrenado con el equipo de veteranos Metal Noia y ha recibido por ello una placa de honor: «A Matito, jugador de más edad en el equipo de veteranos con 75 años». Es por esto que, en lo últimos tiempos, le han llegado a apodar como El jugador eterno, ya que desde que nació siempre ha mantenido viva su pasión por el fútbol.
El 28 de junio del 2017, el campo de San Lázaro de Noia pasó a llamarse Julio Antonio Mato, Matito. El futbolista ya es historia del deporte noiés y por ello han bautizado el campo municipal con su nombre. Él guarda con cariño álbumes en los que todavía conserva carnés de todos los equipos en los que jugó, fotografías de grupo e incluso cromos suyos que aparecían en los caramelos durante su etapa en la plantilla del Betis. En estos libros también colecciona jugadas de otros futbolistas a los que admira: «Siempre quise aprender de otros jugadores para poder mejorar mi técnica». Además, también conserva recortes de jugadas magistrales suyas y de sus compañeros que le recuerdan los buenos momentos que vivió en el campo.
«Cuando tengo ilusión por algo, no paro hasta conseguirlo». Así es como Julio Matito justifica haber dedicado todos los años de su vida a su gran pasión, que es el fútbol.