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Las cien manecillas de la comarca que todavía descansan al atardecer

A. parada RIBEIRA / LA VOZ

NOIA

MARCOS CREO

Varias iglesias, pazos y hórreos conservan relojes de sol, unos elementos etnográficos esenciales en el pasado

18 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Fueron un elemento etnográfico indispensable de las sociedades anteriores al siglo XX y, como cada vez que el astro rey se ponía, fueron apagándose con el tiempo. Con todo, en la comarca todavía se conservan un centenar de relojes de sol y, gracias al trabajo que realizan desde la página web Reloxos de Galicia, muchos de ellos han sido documentados en un mapa digital.

Lo cierto es que hay algunos ejemplos de relevancia repartidos a lo largo de los municipios del área barbanzana. Fundamentalmente, se encuentran en tres tipos de edificaciones. La más conocida son las iglesias y templos religiosos, pero este tipo de instrumentos también formaban parte de construcciones civiles como los pazos.

En este sentido, el noiés localizado en la Casa da Xouba (siglo XV) es el que mejor representa a este arquetipo, e incluso ha sido datada su fecha de creación, el año 1790. No es el único ejemplo, hay más casos en Noia, como el del pazo de O Marqués; en A Pobra, donde está el de A Casa Grande de Aguiar (siglo XVI); o en Boiro, el de Fonteneixe (siglo XVI). Este último revela la otra gran ubicación de los relojes de sol, ya que corona el pináculo de su hórreo.

MARCOS CREO

Puntos de reunión

«Hai 200 e 300 anos na maioría das casas non había posibilidade de contar cun reloxo, pero era necesario ter controlado o horario para ir a traballar, de aí que se colocasen nos hórreos», explica Manuel Mariño, experto en patrimonio etnográfico.

El historiador sonense indica que el punto en común de su localización es que se trataba de espacios frecuentados por la población: «Se o reloxo estaba colocado nunha igrexa é porque este estaba dirixido á parroquia». De ahí la presencia en capillas como la boirense de San Ramón de Bealo, en la que se reunían los vecinos independientemente del oficio religioso.

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Mariño también destaca que los relojes se colocaban en las fachadas laterales, ya que era el punto en el que más radiación solar continuada recibían, y que se instalaban al tiempo que se levantaba el propio edificio, para garantizar la precisión horaria. En el caso de los hórreos -el de Nebra es de los más conocidos-, se aprovechaba una de las esquinas, entre las ménsulas.