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El noiés que le devolvió la vida al órgano centenario de San Martiño

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

NOIA

marcos creo

Juan Peña se hizo cargo del instrumento cuando estaba gravemente afectado por la carcoma

28 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Un órgano con 120 años de historia constituye uno de los tesoros que esconde la iglesia noiesa de San Martiño. El instrumento, que cuenta con casi un millar de tubos organizados en 14 registros, estuvo un tiempo silenciado debido los desperfectos ocasionados por los ataques de la carcoma. Pero un vecino aficionado a la música, Juan Peña, se encargó de devolverle la vida con la ayuda del ebanista Fernando Filgueira. Ambos siguen velando por la preciada joya e incluso tratan de garantizar el relevo de cara al futuro.

El gran Prudencio Romo, conocido sobre todo por su gloriosa etapa en Los Tamara, fue en el pasado el encargado de hacer brotar melodías del órgano de San Martiño. Afinar, limpiar y mantener el instrumento le resultó complicado en los últimos años de su vida, puesto que requería ascender a una altura considerable. Por eso cuando Juan Peña, que desde niño tocaba el órgano eléctrico en la liturgia, asumió el cuidado del instrumento tras recibir formación en un curso celebrado en Barcelona, tuvo que empezar por su restauración: «Estaba moi deteriorado, algúns tubos romperan e caeran enriba de outros. Fixen fotos de todo e fun limpando e ordenando as pezas».

Se alió con Fernando Filgueira, no solo para recuperar la preciada pieza, sino también para poner en marcha una asociación con el fin de garantizar la restauración completa del instrumento y su mantenimiento futuro. Juan Peña, que siempre vivió ligado a la música e incluso se formó en el Conservatorio Superior de A Coruña, admite que tocar las teclas del órgano de la iglesia de San Martiño es un auténtico privilegio: «A sensación é totalmente distinta á de tocar un órgano electrónico, non hai comparación».

Valor incalculable

Pese a su envergadura, el noiés asegura que su manejo no es complicado, matizando que el gran problema que entraña para la iglesia de San Martiño tener este elemento es su cuidado: «Para unha parroquia relativamente pequena como esta, mantelo en bo estado é difícil, pois supón importantes investimentos». Y es que se trata de una pieza de un valor incalculable debido a su antigüedad, concepto por el que ocupa el puesto 21 en el catálogo que tiene el Arzobispado de Santiago.

Juan Peña y Fernando Filgueira no están solos en esta aventura. Cuentan con la ayuda del párroco de San Martiño, José Ortoño, que es el presidente de la asociación creada para poner en valor el instrumento, y de José Barreiro, un arquitecto aficionado a la música que ha asumido la vicepresidencia de la entidad. Sobre la mesa tienen un gran proyecto: «A idea é levar a cabo unha restauración integral do órgano que lle afectaría a todos os elementos que son de madeira». El principal obstáculo es el económico, puesto que supondría una inversión de unos 200.000 euros.

Pero Juan Peña también es consciente de la necesidad de garantizar el buen estado de esta importante joya musical de cara al futuro: «Habería que crear canteira a través do conservatorio e da banda de música, co fin de conseguir que algún pianista se entusiasmase por tocar este órgano e evitar así que acabara morrendo».

Quiere evitar que se repita la historia y garantizar su relevo para que, llegado el momento, alguien asuma sus competencias, que pasan por velar por el buen estado de este órgano centenario: «Tento ir facéndolle pequenos retoques para que soe cada vez mellor. Collino con dous rexistros e agora ten oito, pero podería chegar aos 15, así que estamos na metade do camiño».

Recientemente, el instrumento estrenó un motor que permite poner esos registros a pleno rendimiento. Un taller de Barcelona y con prestigio internacional se encargó de una intervención que constituye solo un paso en el largo camino que quieren recorrer Juan Peña y sus colaboradores.