
El creador dio clases de modelado escultórico a niños y mayores en Porto do Son
12 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Algunos artistas utilizan la pintura y solo dos dimensiones para demostrar al mundo lo que sienten. Por el contrario, hay creadores como Samuel Salcedo (Barcelona, 1975) que necesitan los 360 grados para expresar sus emociones. Tras docenas de ferias y exposiciones en grandes ciudades españolas, el autor llega este verano a Galicia para pasar unas vacaciones en familia en la tierra de su mujer, Ángeles, en Baroña (Porto do Son). En su estancia, el catalán no solo se ha dejado inspirar por este paraje, sino que ha impartido unos talleres de modelado en la casa forestal de Baroña para todos aquellos interesados en aprender a hacer arte con sus manos.
Con sus figuras humanoides plagadas de sentido poético y un humor irreverente, Salcedo intenta representar esas situaciones vitales en las que cualquier ser humano se sentiría incómodo. Declara que le gusta pensar que sus figuras son espejos en los que cualquiera podría verse reflejado.
-¿Cree que haría esculturas si se hubiese dedicado a otra profesión?
-Seguramente si no obtuviese un rendimiento económico con lo que hago lo haría igualmente, quizás de otra manera y con una intensidad diferente, pero tengo la suerte de poder dedicarme a lo que me gusta y por ello me implico mucho en mis obras. Es probable que hubiera sido feliz también trabajando de otra manera, pero la verdad es que me siento afortunado de poder hacer lo que quiero y lo que de verdad me motiva.
-¿Son todos los artistas necesariamente bohemios?
- Yo hablando con amigos artistas les digo «nos han timado, que esto no es lo que nos esperábamos». Nuestro trabajo requiere de mucha dedicación, de muchas horas, es una profesión que hace que te impliques mucho y precisa disciplina. Este mito del artista bohemio muchas veces se utiliza como disculpa, a mí también me gustaría poder escaquearme de mis responsabilidades con la excusa de que soy escultor, pero no cuela. Lo cierto es que depende de la persona, no hay un estereotipo de artista.
-¿Es difícil vivir del arte?
- Es una mezcla de varios factores. El arte no es una necesidad, la gente no necesita arte, pero sí que es verdad que es una cosa llamativa. Hace solo unos cuantos años yo iba al taller sin ningún tipo de objetivo vital más allá de hacer lo que me gustaba, no tenía un empleo fijo, sino algunos eventuales que me permitían seguir creando. Hasta los 30 años tuve que combinar un empleo al uso con mis trabajos en el taller. Entonces, se puede decir que no es fácil.
-¿Qué piensa del arte que es difícil de entender para el público?
El arte tiene un punto injusto. Si no tienes una formación artística no puedes entender según qué cosas y yo creo que es injusto porque hay gente a la que le interesa el arte. Es un lenguaje, y un lenguaje que no entiende casi nadie me parece poco útil porque todo el mundo tiene derecho a disfrutar del arte. Hacer un pequeño esfuerzo por parte del artista para hacerse entender no creo que sea desmerecer su trabajo, sino al contrario.
-¿Por qué sus obras son capaces de impactar al espectador?
Lo que intento es explicar cosas de la sociedad en la que vivo. Intento representar esta incomodidad que tenemos todos ante la vida, mi obra es más de evocar sensaciones que de explicar cosas. Me gusta reflejar emociones como el desconcierto o el estar sobrepasado por los acontecimientos, como nos está pasando ahora. Tengo la suerte de que la gente me comprende y eso me hace muy feliz, porque al fin y al cabo yo trabajo para el público.
-¿Cómo sabe cuando acaba?
Me muevo un poco por intuición. Cuando tomas ciertas decisiones tienes que congelar ese momento y decir: ya está. A veces tienes que parar, coger distancia con lo que estás haciendo y enseñarlo sin darle más importancia.
Talleres. La actividad fue organizada por la comunidad de montes de Baroña.
Obras. Sus esculturas versan sobre la incomodidad que cualquier ser humano puede sentir a veces.
Trabajar de lo suyo. Tras años de esfuerzo, ha logrado vivir de sus obras.