Raquel Querentes tiene 23 años y ya da clases en la universidad: «O primeiro día pensaban que era unha alumna máis»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

PORTO DO SON

MARCOS CREO

La vecina de Porto do Son acaba de publicar un artículo sobre su especialidad en una revista internacional

28 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La excelencia no está al alcance de cualquiera. Para llegar a ella hacen falta una serie de ingredientes que no pueden faltar en la receta del éxito. Además de cierta estabilidad financiera y emocional, para que una persona pueda dar lo mejor de sí misma lo importante es que sepa que todo lo que se desea tiene un precio: el esfuerzo.

Eso bien lo sabe Raquel Esther Querentes Hermida (Santiago, 2000), una joven vecina de Porto do Son a la que siempre le ha gustado asumir nuevos retos. Cuenta que cuando era pequeña su objetivo era siempre intentar superarse, y que para ello se pasaba los veranos pidiéndole a su madre que le comprase más cuadernillos de matemáticas para preparar la asignatura de cara al curso siguiente.

Foto de cuando era pequeña.
Foto de cuando era pequeña.

El amor por las cuentas le viene de familia, pues su progenitora se dedica al sector bancario y su abuelo incluso llegó a ser subdirector financiero de la antigua Caixa Galicia. En el instituto tuvo unos años en los que dudó si tirar por la rama de las ciencias de la salud, mas al final se decantó por escoger un bachillerato de letras que incluyese economía y matemáticas aplicadas. Fue así como allanó el terreno hasta llegar a la carrera de administración y dirección de empresas.

Buenos consejos

Hincar los codos le valió no solo para sacarse todas las asignaturas sin problemas, sino para acabar siendo la segunda mejor nota de toda su promoción. El talento para los estudios hizo que algunos docentes le aconsejasen quedarse en la facultad para convertirse, después de doctorarse, en profesora fija.

Esta opción le pareció enormemente atractiva, tanto que decidió no escoger un máster en otra universidad con el objetivo de seguir en Santiago. Para conseguir convertirse en docente la joven se lanzó a la aventura de realizar una tesis doctoral y así, poder empezara hacer sus pinitos en las aulas. Fue en agosto del 2023 cuando le notificaron que su nombre figuraba en la lista final de admitidos: «Apunteime por probar e ao final colléronme, foi unha sensación indescritible».

Desde aquella, la sonense de adopción ya no ve las clases desde el pupitre sino desde la silla de profesora. Confiesa que cuando empezó muchos colegas de promoción no se esperaban verla en ese puesto o incluso no entraban en el aula pensando que no había llegado aún el maestro: «O primeiro día pensaban que era unha alumna máis».

MARCOS CREO

La barbanzana no ha abandonado nunca ese espíritu de poder superarse cada día un poco más, por eso se esfuerza en preparar las lecciones con tiempo y asegurarse de que los contenidos son comprendidos por el alumnado: «Todo ten un enorme traballo detrás aínda que pareza que non».

Proyección

Aparte de ir cogiendo cada vez más tablas como docente, la joven ha aprovechado este tiempo para investigar sobre la actividad de las empresas familiares en España. Esta fue la materia en la que centró su trabajo de fin de máster, que tras unos meses de adaptaciones y mejoras logró ser publicado en la revista internacional Journal of family business management.

Cuenta que para llegar a hacer algo así tuvo que invertir interminables horas de trabajo no solo en la búsqueda de información y en la redacción del texto, sino en acudir con él a presentaciones en Pamplona y Madrid para recibir comentarios constructivos que la ayudasen a dar forma al contenido de una manera clara y atractiva. Sobre la obra, manifiesta que es una herramienta útil para evaluar la rentabilidad y el riesgo de las carteras de inversión de empresas familiares en el ámbito nacional. El objetivo, comenta, es que este tipo de negocios logren el máximo beneficio asumiendo el menor riesgo posible.

Para llevar adelante un proyecto como este hace falta una buena dosis de autoestima, por eso la barbanzana de adopción intenta hacer las cosas bien pero sin obsesionarse con ser la profesora perfecta o con que todo salga a la primera. Asevera que esto no habría sido posible sin el apoyo de sus compañeros en la universidad y que por nada del mundo querría dejar su oficio de profesora. La joven tiene aún muchos años por delante para escribir su futuro, pero claro está que ha empezado con buen pie.