Noelia Míguez, víctima de violencia machista: «Para o ano sae do cárcere, pero eu non vou calar»
RIANXO
La autora presenta en Rianxo su libro «Ocho señales. Cuestión de vida o muerte»
11 abr 2024 . Actualizado a las 13:00 h.El pajarraco negro de la violencia de género planea constantemente sobre las cabezas de las mujeres, quizás con más fuerza en el caso de las barbanzanas, que tienen muy presente el reciente feminicidio de Andrea Yturry en Ribeira. Para concienciar a la población de la importancia de esta problemática, el Partido Popular de Rianxo traerá este sábado a las 18.00 al auditorio municipal a la autora Noelia Míguez, una víctima de violencia de género que, literalmente, vivió para contarlo.
Justamente eso, poner palabras lo que le ocurrió, fue lo que la llevó a escribir con la ayuda de la periodista de La Voz Patricia Calveiro Ocho señales, Cuestión de vida o muerte. La obra no es otra cosa que la narración en ocho capítulos de como una relación en la que no existe la igualdad puede acabar convertida en un verdadero calvario.
Por fortuna, y a diferencia de otras muchas que ya no pueden denunciar su situación, la santiaguesa sobrevivió al voraz ataque de su maltratador, que intentó arrancarle la vida asestándole ocho puñaladas. Tras meses de recuperación y años sanando las heridas emocionales de algo así, la también enfermera de profesión confiesa que «nunca te curas ao 100 %. A xente pregúntame se o superei e eu dígolles que isto non se supera, que aprendes a vivir con elo».
Dejar pasar este episodio de sus vivencias sin sacar algo bueno no es una opción para Míguez, por eso lleva años dando charlas en institutos en las que advertir a la juventud del peligro de las relaciones tóxicas. Las respuestas del alumnado no dejan de sorprenderla, pues a pesar de recibir muchas agradecimientos y buenos comentarios tras sus coloquios, siempre suele haber algún chico que le suelta que la violencia no tiene género o que en el amor los celos son normales: «Pensan que se non apareces cun ollo morado non es vítima».
Lo que más le preocupan son las situaciones que le trasladan, como si fuesen totalmente normales, algunas chavalas: «Dinme que os seus mozos lles miran as conversas de Whatsapp ou lles din que non leven saias curtas porque as queren e non queren perdelas».
Para contrarrestar estas falsas creencias, la santiaguesa les cuenta como su relación con su anterior pareja, al que en el libro pone el nombre de Juan, fue empeorando cada vez más hasta casi costarle da vida en el año 2015. Esto, manifiesta, no significa que el maltrato no empiece mucho antes que los golpes, pues para ella, agresiones como jalones de pelo y escupitajos han sido una de las partes más duras de su historia.
Romper estereotipos
Cuando algunas personas escuchan su triste relato se sorprenden, pues lejos de tener una personalidad amilanada, la escritora se muestra como una mujer fuerte, algo que choca con el estereotipo que la sociedad tiene de las víctimas de violencia de género, que parecen menos dignas de respeto o protección cuando intentan rehacer su vida: «Cando empecei a saír da casa, obrigada polos meus pais, algunha xente dicíame que a saber que faría eu».
Las ganas de contar su historia de la santiaguesa no son capaz de pararla los comentarios, ni siquiera el miedo a posibles represalias: «Para o ano sae do cárcere pero eu non vou calar».Sobre si va a cambiar sus hábitos de vida o a dejar de dar charlas y coloquios con los que exponer lo que le sucedió, la enfermera está segura de que su misión vital después de sobrevivir a un intento de feminicidio es evitar que se produzcan más.
A Míguez nadie le quita de la cabeza que lo que hizo su expareja no fue el fruto de un arrebato repentino, sino el producto de una conducta que cada vez iba empeorando. Su atacante no es un loco ni un caso aislado, es un hijo directo del machismo.