El maestro que consiguió abrirnos los ojos

RIBEIRA

28 ago 2015 . Actualizado a las 13:53 h.

Rondaba la una de la mañana cuando la familia del colegio Bayón perdió a uno de sus pilares. Vicente se marchaba, dejando un hueco que nunca se llegará a cubrir. Los que estuvieron cerca estos últimos meses saben que llevó la batalla hasta el final. Como había hecho toda su vida, siguió luchando cuando no quedaba esperanza. Con él, la familia que creó en Ribeira, A Pobra y el Sáhara se queda huérfana. Como aquellas personas que vienen para revolucionarlo todo, su personalidad dejó huella en todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo. No vino Vicente a este mundo para ser un mero espectador.

Se despide el maestro que llegó a Ribeira con una maleta cargada de ilusiones, de pasión por la vida y de amor por la naturaleza. Rozábamos el 2000 cuando arrancó Educación Secundaria Obligatoria en el colegio Bayón y Vicente fue uno de los maestros elegidos para enfrentarse al reto, batalla en la que nunca desfalleció. Desde que éramos niños nos inculcó esa pasión desmedida que sentía por la vida. Fue él quien nos invitó a disfrutar de la magia que escondía nuestra tierra, por la que entonces transitábamos sin dar demasiada importancia a todo lo que nos rodeaba.

Vicente abrió las puertas de las aulas y nos llevó a cada rincón de Ribeira. Esa era su forma de enseñarnos ciencias naturales. Dejó a un lado los libros y vimos en primera persona aquello que quería que entrase en nuestras cabezas. Con él pisamos los arenales, los bosques, las montañas, las playas, los ríos... Siempre había algún lugar nuevo por visitar. Vicente nos abrió caminos que nunca podríamos haber recorrido solos. Siempre con la misma energía, con esa tez morena y con ese acento canario que lo delataba cuando intentábamos escabullirnos de el.

Peleó con nosotros cuando comenzábamos la adolescencia y la ebullición que vivíamos dentro de nuestros cuerpos nos llevaba directamente a enfrentarnos con todo aquel que se pusiese delante. Nunca nos dio la espalda. Siempre nos tendió una mano de ayuda, que sin pensarlo ofrecía cuando peor estaban las cosas. Aquellos que compartimos con Vicente aula siempre guardaremos su recuerdo, hay mil historias que todavía nos unen que se mantendrán en el recuerdo durante años.

La noticia del accidente fue un choque para todos, aunque ninguno quiso creérsela. Cuando terminamos nuestro camino en el colegio, siempre mantuvo las puertas abiertas, dejándonos claro que su casa también era la nuestra. Con una sonrisa nos recibió siempre que volvimos. Su legado queda intacto en los cientos de jóvenes a los que ayudó a abrir los ojos. El hueco que deja lo intentaremos llenar entre todos.