Peregrinación hasta Aguiño para probar «o mellor percebe»

RIBEIRA

El crustáceo atrajo a la localidad ribeirense a cientos de personas

05 ago 2019 . Actualizado a las 20:02 h.

Una verdadera riada de coches y personas caminando se dirigía ayer a mediodía a la explanada portuaria de Aguiño, en el municipio coruñés de Ribeira. Aunque se trata de una localidad turística, semejante peregrinación tenía que tener necesariamente un explicación, y esta no podía ser otra que el crustáceo que reina en sus aguas. En la lonja esperaban cientos de kilos de percebe dispuestos para una multitudinaria degustación que no defraudó a nadie.

En Aguiño presumen de capturar «o mellor percebe do mundo», y ayer se contaban por cientos los comensales que se acercaron a la localidad para comprobarlo. A mediodía, las colas para comprar los tiques y para acceder al recinto en el que luego se servirían las raciones de marisco ocupaban buena parte de la explanada, y hora y media más tarde llegaban ya a la carretera y seguían creciendo.

Bajo un sol de justicia, tocó armarse de paciencia para conseguir por fin llevarse a la boca el preciado crustáceo. Aunque para aguante, el que mostró el matrimonio que se encontraba a la cabeza de la fila para entrar en la lonja en cuanto se abriesen las puertas. A las diez de la mañana habían tomado posiciones, y pasada la una de la tarde comenzaban a impacientarse por la tardanza en dar inicio al banquete.

Embajadores ilustres

La demora se debía al acto de entrega de los Percebes de Honra que precedió a la apertura de la lonja. El teólogo aguiñense Andrés Torres Queiruga y Xosé Antonio Touriñán fueron los homenajeados en esta ocasión, convirtiéndose así en ilustres embajadores del marisco de Aguiño.

Luego llegó el momento que todo el mundo estaba aguardando, la inauguración de la Festa do Percebe. El patrón mayor, José Antonio Santamaría, fue el encargado de cortar la cinta que abrió paso a una degustación en la que cientos de personas dieron buena cuenta de los casi 800 kilogramos de producto preparado in situ. La espera fue larga, pero tras el paso por la lonja todo el mundo coincidía en que valía la pena: «¡Está buenísimo!».