¿Qué ciudad queremos?

José Vicente Domínguez
josé vicente domínguez LATITUD 42°-34?, 8 N

RIBEIRA

16 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las ciudades y los pueblos son reflejo de la cultura y forma de vida de sus habitantes. Dicen que las sociedades tribales vivían juntas para defenderse de agresiones externas. Pero ahora, en plena civilización, las concentraciones humanas sin distancia suficiente, generan problemas. Véanse sino los alarmantes titulares de la prensa reciente, referidos a nuevos barrios de Ribeira: Chequeo en Abesadas y Cubeliños. Larga persecución en Abesadas. Un barrio de montañas rusas por el que cuesta andar. Amplio dispositivo de la Guardia Civil en Abesadas y Cubeliños. Ante los frecuentes altercados, vecinos de Abesadas sienten temor a salir de noche a la calle. Abesadas, el barrio más caótico para el tráfico. Así está la situación en esta hermosa y céntrica zona, con potencial para ser modelo residencial, si los políticos hubiesen cumplido con su deber.

Decía Rousseau que el ser humano se había degradado en la transición del buen salvaje al estado de civilización. Claro que otros pensadores desmintieron su teoría. Y otros, sin fama de pensadores, hicieron obras capaces de evitar la masificación de sus pueblos; tal que sucedió en Boiro con la espléndida y ejemplar avenida de la Constitución con más de 35 metros de anchura. Y en Ribeira, ¿qué ciudad queremos?

Estudios recientes aplicados al urbanismo en países en los que no prevalece la cultura del pelotazo, defienden lo que dan en llamar «derecho de paso público», asegurando que el peatón se siente mejor al caminar por una calle ancha que por una estrecha. Así, para calles entre edificios de cuatro pisos, han llegado a considerar una anchura mínima de 20 metros entre fachadas (Brandon Donelly. Estudio de avenidas y edificios de mediana altura). Y por supuesto, cuando hablamos de sensación de seguridad ciudadana, ni que decir tiene que una calle ancha, con amplias aceras y bien iluminada, ayuda a la convivencia e invita a caminar sin sensación de peligro.

En el sufrido pueblo de Ribeira, para contentar a casi todos los propietarios de terrenos de Abesadas y Cubeliños (la mayoría de ellos pertenecientes a familias directa o indirectamente vinculados al poder municipal), ¡se trazaron calles de nueve y once metros entre edificios con altura equivalente a cuatro pisos!. Sin duda, de aquellos polvos vienen estos lodos en forma de problemas de convivencia y seguridad.

Es incuestionable que, después de 19 años, el PXOM de Ribeira se ha quedado obsoleto y es hora de renovarlo, más allá de cutres modificaciones del suelo para usos dotacionales. Y por mucho coste político que ello conlleve, habrá que agarrar ese toro por los cuernos. De no hacerlo, una ciudad como Ribeira puede tomar el irreversible camino de incorporar guetos dentro de barrios llamados a ser residenciales.