Los Estados Unidos, a pesar de que de vez en cuando aparecen estrafalarios salvadores patrios como el señor Trump, es un gran país digno de imitar en muchas cosas. Pero sobre todo, en lo que concierne a sus instituciones democráticas
10 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Mientras tomaban café en la Cafetería María, don Pascual, que tenía un Biscuter, se enorgullecía de ponerse en Vigo en tres horas desde Ribeira. Don Emilio, propietario de un gran Mercedes, le dijo que él lo hacía en hora y media. Vale; luego les explico de que va la cosa.
Los Estados Unidos, a pesar de que de vez en cuando aparecen estrafalarios salvadores patrios como el señor Trump, es un gran país digno de imitar en muchas cosas. Pero sobre todo, en lo que concierne a sus instituciones democráticas.
Ahora que ese país está en el candelero, después de celebrar las recientes midterm o elecciones para elegir parte de su Cámara Baja y Senado, sería bueno que comparásemos la magnitud y grandeza de su sistema democrático con el de España.
Los EE.UU. tienen un territorio de diez millones de kilómetros cuadrados. La superficie de España es de tan solo 500.000; 20 veces menos. USA tiene 315 millones de habitantes. España, 47 millones; casi siete veces menos. Y, sin embargo, el gran país americano se gobierna con tan solo 100 senadores, mientras que en España son 265. Su Cámara Baja o Cámara de Representantes, la componen 435 congresistas que, de acuerdo con su población, equivale a un congresista por cada 725.000 personas. Y en nuestro país, pese a tener siete veces menos población, tenemos 350 diputados; uno por cada 134.000 ciudadanos.
Otras cosas marcan las diferencias. Y tal vez la más importante es que los congresistas americanos defienden a sus distritos; o sea, a quienes les eligieron, mientras los nuestros, están para decir «amén, sí señor» a sus partidos, para que no les excluyan de las listas en próximas legislaturas. Es verdad que en España existe el Estado de las autonomías, con la complejidad de tener cincuenta provincias; pero poco es eso si lo comparamos con los cincuenta estados, con amplísimas capacidades de autogobierno, que conforman los EE.UU. Y, para que nos hagamos una idea, Texas, que goza de plena autonomía, es tan grande como toda la península Ibérica.
Pero claro, cada uno ve las magnitudes según le conviene. Por eso don Pascual, dueño orgulloso de un insignificante Biscuter, sin complejo alguno, le contestó a don Emilio: bueno Emilio, el Mercedes también es un buen coche.