Un incendio cuyo origen estuvo en la basura acumulada en el hueco del ascensor vuelve a poner en el foco a una de las grandes cuevas de conflictividad de Barbanza
30 mar 2024 . Actualizado a las 18:05 h.Las calles Xosé Ramón Fernández Barreiro y Alcalde Fernández Bermúdez, en Ribeira, se han convertido en parada habitual de los servicios de emergencias. Cuando oyen que la llamada procede de la zona, los pensamientos de bomberos y policías se dirigen inmediatamente al gran refugio okupa en el que se ha convertido el vecindario desde hace cuatro años. El edificio que preside el barrio de Abesadas no deja indiferente a ningún viandante y mucho menos a los residentes de los alrededores. La tranquilidad se ha vuelto anecdótica y más aún cuando los sustos provocados por el fuego se han convertido en costumbre.
El miércoles, a última hora de la tarde, la tensión volvió a sobrevolar el edificio okupa debido a un incendio. Varios particulares alertaron de que de la planta más alta del inmueble salía una gran cantidad de humo. Los servicios de emergencias se movilizaron de inmediato, sabedores de que el peligro es más que real en unas circunstancias tan extremas como las que reinan en el interior del bloque.
El origen de las llamas estuvo, según las primeras averiguaciones llevadas a cabo en el lugar, en la gran acumulación de basura que ocupa el hueco del ascensor. La rápida actuación de los bomberos de Ribeira, GAEM y Policía Nacional permitió que el fuego se controlase en pocos minutos. No hubo que lamentar heridos, ya que buena parte de los habitantes del inmueble ya estaban en la calle cuando llegaron los equipos de extinción. Los rezagados fueron desalojados una vez los bomberos accedieron a las entrañas del edificio.
Peligro constante
Aunque la intervención tuvo, de nuevo, un final feliz este tan solo es un capítulo más de un sinfín de incendios y conatos que han hecho saltar todas las alarmas en Ribeira. El último susto relacionado con el fuego antes del miércoles tuvo lugar en el mes de octubre en unas circunstancias muy similares. El foco del incendio fue el mismo y tampoco hubo que lamentar ningún tipo de daño personal.
Tanto bomberos como fuerzas del orden concuerdan en señalar a las condiciones en las que se encuentra el edificio como el principal factor de riesgo para que se produzca un incendio. La suciedad y la basura son la tónica en la mayoría de estancias. Un deficiente estado del tendido eléctrico, manipulado para conectarse a redes de luz externas, y el consumo de drogas en el interior conforman la tormenta perfecta para que el fuego se declare con facilidad.
El peligro no solo sobrevuela a la veintena de okupas que acostumbran a pernoctar en las viviendas de la calle Xosé Ramón Fernández Barreiro, sino que los bomberos también se exponen al acceder a un inmueble en el que las barandillas, pasamanos y suelos libres de obstáculos forman parte tan solo de un proyecto que se ha quedado cogiendo polvo en algún cajón.
Los problemas en el bloque van mucho más lejos de que la sombra del fuego aceche. A los robos en los alrededores hay que añadir las trifulcas entre residentes, que han llegado en alguna ocasión a alcanzar niveles que rozaron la tragedia. Todavía está pendiente de resolución judicial el caso más grave, en el que un okupa presuntamente le reventó el cráneo a otro tras una discusión. Se le acusa de intento de homicidio y espera juicio en libertad tras un período en Teixeiro en prisión preventiva.
Las fuerzas del orden también tienen en el punto de mira al edificio por ser un supuesto punto de venta de drogas. Además de los habituales toxicómanos que antes acudían a pillar a la casa de Seco —vivienda situada en la calle Romero Ortiz que se quemó el año pasado— recientemente la afluencia de visitantes ha trascendido más allá del ambiente marginal.
El Concello estudió en su momento la posibilidad de adquirir el inmueble, propiedad de la Sareb, para poner fin al problema de los okupas. El banco malo en el 2022 cifró en 2,6 millones el precio de los 37 pisos que componen el edificio. Aunque la posibilidad estuvo sobre la mesa, no se llegó a concretar y la situación está ahora en punto muerto.