Fue notablemente más caro que otros adquiridos por instituciones gallegas
09 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El acuerdo de compra del reloj de torre a la relojería Canseco para el nuevo edificio de la casa consistorial de Ribeira que se estrenó en 1908 se tomó cuando las obras de construcción del nuevo «están próximas a rematar», figura textualmente en el acta. La transacción se cerró en 4.500 pesetas (27,45 euros), una cantidad muy elevada ya que suponía un 10 % del coste del propio edificio consistorial (que ascendió a 45.845 pesetas, que equivalen a 275,53 euros). Para hacernos una idea más próxima a la realidad, diremos que el salario de un guardia municipal era entonces de unas 1.000 pesetas (6 euros) al año y el de un maestro, de unas 1.200 pesetas (7,21 euros). El monto era notablemente superior al de otros relojes Canseco adquiridos por instituciones gallegas.
La adquisición se realizó de mutuo acuerdo entre las partes y sin subasta previa porque, como explicaba el regidor Pepe Martínez al gobernador: «Tratándose de un contrato sobre objeto cuyo vendedor disfruta privilegio de invención, como sucede con D. Antonio Canseco y Escudero, vecino de Madrid-Relojero Proveedor de la Real Casa, no se necesita la subasta previa», una excepción recogida en los artículos 36 y 37 del Real Decreto de 24 de enero de 1905, y que facultaba al ayuntamiento a celebrar el contrato sin el requisito de subasta pública.
Recepción del reloj
El 22 de septiembre de 1907, Antonio Canseco remataba la colocación del reloj de torre «en la nueva Casa Consistorial» y ese mismo día se estrenó para regocijo de los ribeirenses. A continuación, el alcalde comunicaba oficialmente al relojero que en próximas fechas le enviaría certificación del acuerdo de aceptación de la obra realizada y el compromiso de pago.
Finalmente, el 22 de diciembre, el alcalde Pepe Martínez remitía a Canseco la certificación correspondiente y le comunicaba: «El Ayuntamiento que me honro presidir se hace cargo del reloj de torre que usted ha colocado en la Casa Consistorial de esta Ciudad, por cuyo acuerdo se le demuestra que la obra por usted ejecutada es de agrado para este pueblo, puesto que todos los vecinos la admiran».
Lamentablemente, los ribeirenses no supieron conservar para la posteridad esta joya de la artesanía de principios del siglo XX, como sí hicieron otras localidades, y para muestra, varios botones.
Los relojes de torre de Canseco se encuentran hoy instalados en edificios emblemáticos como ayuntamientos, catedrales, iglesias parroquiales, palacios de la nobleza, etcétera, repartido por toda España y aún en el extranjero. Ejemplos de estas joyas que confeccionaba Canseco, muchas de las cuales aún funcionan, serían los de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, la catedral de la Almudena, el Palacio de Oriente, el Escorial y el Hospital Gómez-Ulla todos ellos en Madrid. También cuentan con ejemplares activos la casa consistorial de Aranjuez; el Archivo Histórico y el edificio de Botines ambos en León; el antiguo ayuntamiento de Albacete, la catedral de Valencia, la iglesia de Castropol, entre otros.
Ejemplares en Galicia
Y también en Galicia se han conservado felizmente relojes como el que Canseco confeccionó para Ribeira en buen número de pueblos de la provincia de Lugo: en el ayuntamiento de Becerreá, en la iglesia parroquial de Doncos en As Nogais y en la escuela de Rinlo, en Ribadeo, donaciones indianas estas dos últimas. También en la provincia de Pontevedra: en Parada (A Cañiza), Mos, Cangas, la iglesia parroquial de Padróns (Ponteareas), también donado por indianos. En la de Ourense, hay relojes Canseco y también en Allariz, Viana do Bolo, Cea y A Pobra de Trives, como aseguraba un anuncio del propio Antonio Canseco en el Boletín Oficial de la Provincia de Ourense número 133, de 4 de diciembre de 1894.
Paradójicamente, en la provincia de A Coruña no figura oficialmente instalado ninguno, ni siquiera en las relaciones del propio taller de Canseco, y el único hubiera sido el de Ribeira, uno de los más valiosos, a juzgar por su alto precio, si se hubiera conservado.