Esta especie, conocida como «el unicornio marino» , sobrevive a pesar de su baja diversidad genética y colabora en el estudio del cambio climático
06 may 2019 . Actualizado a las 10:57 h.Investigadores daneses han secuenciado el genoma de un narval, la ballena ártica famosa por el colmillo con forma de cuerno que sobresale de su frente. Su trabajo encuentra que, en comparación con otros mamíferos marinos del Ártico, los narvales tienen baja diversidad genética, lo que generalmente indica que una especie está luchando. Sin embargo, las poblaciones de narvales suman cientos de miles.
Históricamente, la baja diversidad genética ha sido considerada como la sentencia de muerte de una especie porque se pensaba que cuando los miembros de una especie tienen menos variaciones de ADN para la acción de la selección natural, tendrían dificultades para adaptarse a los cambios en su entorno. Pero esta investigación sugiere que podría ser más complicado que eso.
«Existe la idea de que para sobrevivir y ser resistente a los cambios, se debe tener una alta diversidad genética, pero luego está esta especie que durante el último millón de años ha tenido una baja diversidad genética y todavía existe, y en realidad es relativamente abundante», subraya la pofesora Eline Lorenzen, conservadora del Museo de Historia Natural de Dinamarca.
Sin embargo, los autores del estudio advierten que, aunque la mayoría de las poblaciones de narvales se encuentran bien, su especialización de nicho y su confinamiento en el Ártico, un área que se espera sea una de las más afectadas por el cambio climático, significa que aún son vulnerables en las próximas décadas. «Nuestro estudio no puede adelantar si los narvales podrán adaptarse o si tienen la plasticidad para resistir estos rápidos cambios ?dice Lorenzen?. Pero lo que podemos decir es que han tenido esta baja diversidad genética durante un tiempo realmente largo y todavía están por aquí».
Paradójicamente, los conocidos comúnmente como «unicornios marinos», son un instrumento fundamental para ayudar a la NASA contra el cambio climático. Estos cetáceos que habitan principalmente en las aguas árticas, poseen un colmillo que logra sobresalir de la superficie del mar Ártico y de las aguas del norte del Océano Pacífico.
Ahora, este colmillo, con el que normalmente cazan a sus presas, y que es exclusivo de los machos, se utiliza como parte de un programa para rastrear el nivel de deshielo del Mar Ártico y detectar las zonas de mayor alerta.
El proyecto se denomina Océanos Derritiéndose en Groenlandia, y en el participa ya un nutrido número de narvales a los que se les ha colocado un GPS que sirve para medir el tiempo, la profundidad y la distancia, con el que ayudarán a conocer la localización exacta y a qué velocidad se están derritiendo los bloques de hielo.