Además de fomentar la biodiversdad, las variedades leguminosas fijan nitrógeno en el suelo
24 nov 2020 . Actualizado a las 12:11 h.Galicia tiene un tesoro. Se conserva en el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM), un organismo que custodia un patrimonio único de la biodiversidad agrícola gallega de especies pratenses, hortícolas, cereales y frutales. Conservar, proteger y multiplicar este patrimonio, como explica el investigador Julio López, doctor en Biología, es fundamental para garantizar su conservación y valorización comercial. Para mantener esta diversidad genética se utilizan cámaras de conservación de germoplasma (in situ) y viveros en el exterior (in vivo). Las semillas pratenses de la centena de especies que almacena el CIAM no son solo importantes para satisfacer las demandas actuales, sino que son indispensables para hacer frente a necesidades futuras en la mejora de las plantas cultivadas, en la biotecnología, en la medicina e industria y en la adaptación de la agricultura a los retos del cambio climático global, dada su variabilidad y posibilidades de adaptación. No es de olvidar, por otra parte, la importancia no solo genética, sino histórica, ya que es muy posible que en las cámaras estén almacenadas poblaciones o ecotipos que ya no existan como tal en la naturaleza.
Dentro de ellas, las leguminosas son un instrumento fundamental para la retención de nitrógeno en el suelo. «las leguminosas tienen la capacidad de captar nitrógeno atmosférico molecular, transformarlo en nitrato y transmitirlo a las plantas, con lo cual evitamos las emisiones de gases de efecto invernadero que conlleva la síntesis industrial de abonos nitrogenados», explica este investigador. De ahí que la utilización de esas especies leguminosas como tréboles, alfalfas y proteaginosas en las rotaciones de cultivos de las granjas se consideren como un instrumento para cumplir con los objetivos verdes que marca la nueva política agraria común (PAC) 2021/2027 y las estrategias europeas del Green Deal y From Farm to Fork que marcan el futuro inmediato de la agricultura y ganadería de la UE.
El cuidado de las praderas, adecuando la especie cultivada a las necesidades del ganado, es también fundamental a la hora de potenciar la cría de vacuno de carne y de leche en extensivo, donde las emisiones al suelo y a la atmósfera se ven reducidas y la calidad de los productos animales se ve enriquecida tanto por su composición y presencia de determinados compuestos bioactivos como por los estándares de bienestar animal obtenidos en los sistemas de aprovechamiento de la hierba a diente en el hábitat natural de los rumiantes. Este manejo es otra de las prácticas que los estados van a introducir dentro de los eco-esquemas que plantea la nueva PAC, como ya avanzó el propio Ministerio de Agricultura y como también promueve Galicia.
Por tanto, la conservación y utilización de este patrimonio genético custodiado en el CIAM, tanto de especies pratenses como de otras semillas y plantas se considera un elemento esencial de la nueva arquitectura verde que plantea Bruselas. Entre otras razones, porque es un recurso fundamental para conservar la biodiversidad.
Lo explicaba Julio López durante una charla ofrecida en una jornada sobre los Recursos Fitogenéticos organizada por el CIAM en colaboración con la Fundación Juana de Vega: «Las investigaciones en la conservación eficiente de la de la biodiversidad, implican una gran labor de recolección, multiplicación y suministro de los recursos fitogenéticos. Involucran todos los aspectos necesarios para mantener el valor económico, estético, cultural o ambiental de una región o país. La conservación de especies silvestres “ex situ”, es una estrategia fundamental para mantener el germoplasma autóctono aislado de los procesos evolutivos, catástrofes naturales, plagas...». De ahí que no caben dudas sobre sus beneficios para la humanidad a corto medio y a largo plazo.