La vinculación de Camilo José Cela con Fisterra lleva el luto a una villa donde deja buenos amigos
CARBALLO
El escritor inmortalizó la esencia de la costa en su obra «Madera de Boj» Fisterra estaba ayer de luto. Triste por una persona que, como recuerdan algunos de los que lo conocieron, se había convertido en un fisterrán más. Fueron cinco los veranos (1984-1989) los Camilo José Cela pasó de vacaciones en la villa del Cristo y muchas las amistades que dejó allí. No sólo eso. A través de su pluma la Costa da Morte quedó inmortalizada en las páginas de «Madera de Boj». En artículos y entrevistas reflejó su relación con Fisterra -«donde la tierra acaba y el mar comienza, o al revés», según él mismo escribió- y la particular visión de la muerte que impera por estos confines. Páginas que quedarán para la eternidad.
17 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.«Y desde ahora mando, y para eso lo publico , que mi cadáver, tras haber sido restregado con flor de tojo, sea incinerado y las cenizas arrojadas a la mar desde la borda de sotavento de un barco que navegue, a no menos de cinco millas de la costa, entre el cabo Finisterre y el de Touriñán. Encargo la maniobra a mi hijo, y si él no pudiere o no quisiere llevarla a fin, dispongo que se le dé un millón de duros a un marinero gallego, cincuentón y tuerto (cuenca vacía), manco (amputado) o cojo (amputado), por este orden, para que dé cumplimiento a mi voluntad». Corría el año 1984 cuando en Nobel gallego escribió estas líneas en el diario El País. Y, aunque finalmente no será así, las palabras son buena prueba de su predilección por la Costa da Morte. Unas tierras que Cela conoció de primera mano en los cinco veranos que pasó en Fisterra. Todo comenzó cuando el alcalde de la localidad, Valentín Castrege, vio en televisión al escritor comentando su intención de reposar eternamente en los mares de la Costa da Morte. Una carta, una invitación para pasar en la villa la Semana Santa del 1984, un telegrama aceptando y cinco veranos a los pies de Langosteira. Muestras de pesar Ahora, la noticia de su fallecimiento ha caído como un jarro de agua fría entre los amigos fisterrás del Nobel de Iria Flavia. «Sinto enormemente a súa perda», aseguraba el regidor, Valentín Castrege, a primera hora de la mañana. Por su parte, el Partido Socialista tiene previsto presentar hoy en el Concello un escrito solicitando que se le rinda un homenaje. A su fiel amigo Benjamín Trillo la cara le delataba. Su esposa, Julita Díaz Rivas, Lili, también mostraba su pesar. Y es que Cela se empapó de la cultura de este Finisterrae: «Los habitantes de la Costa da Morte han aprendido a convivir con la muerte y las desgracias», escribió.