
Crónica | Torneo de truco
10 ene 2004 . Actualizado a las 06:00 h.Hace doce años, un amigo de la familia Soto, los propietarios del hotel La Marina, en Cee, decidió que era una lástima no aprovechar la afición que había en el pueblo por las partidas de truco para organizar un campeonato. Así que decidieron crear el primer y único campeonato de truco de la Costa da Morte. La cosa no sólo salió bien, sino que la cita anual llena el bar del hotel hasta la bandera de fanáticos del juego. La cosa tiene todos los tintes de una competición profesional. Aficionados y tahúres se enfrentan por parejas, tapete por medio y copas en la mesa supletoria, en una justa que tiene mucho de torneo. No hay límite de hora, y algunos se enzarzan en envidos, trucos y flores hasta altas horas de la madrugada. No hay dinero sobre la mesa, sólo habas, aunque es un clásico apostarse las copas y hasta una cena entre los participantes. Eso para darle más emoción a las partidas. El viernes por la noche, desde las diez y media, mientras en la tele echaban la película Juego de luna , sobre una jugadora progesional, el bar de La Marina era un auténtico hervidero, con las parejas ocupando todas las mesas del local y muchos otros esperando en la barra y barriendo con la mirada en busca de un hueco para empezar la lucha. No sólo de Cee se veían caras, la gente llegaba a la capital del truco desde Muxía, Corcubión y otras localidades de la Costa da Morte. Así será durante cuatro viernes consecutivos, hasta que se juegue en el hotel la gran final. Por el camino irán quedando treinta parejas. Al final serán dos los que se lleven el trofeo. Y el premio hace honor a la fama que tiene la cita anual en La Marina: 600 euros además de un trofeo. Cuenta Luisa Soto, una de las organizadoras, que en otras ediciones se regalaban cadenas de música o televisores. Cuenta también que hace dos años llegaron a lidiar hasta 64 parejas. El juego tiene el sabor del mus, y según Luisa Soto, se practica desde hace años en las localidades costeras. En Cee parece que todo el mundo sabe cómo jugar. Para mentirosos «Es un juego para mentirosos», comenta uno de los jugadores. Los guiños, la complicidad y la cara de póker son buenos compañeros para llevarse los puntos. El as de espadas, el de bastos, el siete de espadas y el de oros son, por este orden, las cartas más valiosas, pero el valor se lo pone el que sabe jugarse las suyas y llevarse al huerto al que tiene enfrente. Sugieren que su origen puede ser argentino, pero que llegó a la zona hace muchos años. Es de toda la vida, y está claro que con la afición que hay, la cosa tiene el futuro asegurado.