Reportaje | As Encrobas, treinta años después El traslado, piedra a piedra, de la iglesia parroquial de San Román desde Gontón hasta Pontoxo permitió recuperar parte de su fisonomía románica original
17 feb 2007 . Actualizado a las 06:00 h.Esta semana se cumplieron treinta años de las movilizaciones vecinales de As Encrobas, aquellas que pusieron en pie de guerra a los vecinos para exigir la dignidad ignorada por Unión Fenosa, que pretendía hacerse con los terrenos expropiados de los vecinos a unos precios irrisorios. El tiempo ha pasado, pero la herida parece no haber cicatrizado. En lo que un día fue un valle próspero por la tierra que tenía, hoy se ve un gran boquete convertido en metáfora de una herida cada vez más profunda y más abierta, la misma que ocupa los lugares que literalmente han sido tragados por la tierra: a Lousa, Burís, Gontón¿ Este último era el lugar más habitado y el núcleo central de la parroquia. Allí se levantaba el símbolo aglutinador de sus gentes y la cabeza visible de la antigua distribución territorial: su iglesia. El traslado San Román das Encrobas resistió, al igual que sus vecinos, el envite de la mina. Cuando el yacimiento llegó a Gontón, la población de nuevo exigió la permanencia de su símbolo. Piedra a piedra, la iglesia fue trasladada a Pontoxo, lugar escogido mediante una comisión de vecinos que desaprobaron otras propuestas como la del arzobispado que proponía llevar la iglesia hacia la zona norte de la parroquia. Hoy se conserva en lo alto, solitaria y albergando los vestigios de un pasado que se remonta a finales del siglo XII. Parte de su fisionomía románica original fue recuperada e integrada en la reedificación a partir de los trabajos de desmontaje y los estudios arqueológicos realizados para el traslado de la iglesia. Éste es el caso de las tres portadas románicas que cierran el recinto. Su párroco, Ismael Esmorís, mantiene en el recuerdo la lona bajo la cual se descubrieron los secretos más profundos de sus cimientos. Mediante la publicación de los trabajos arqueológicos publicados en la revista Brigantium en el año 2000, con el título Trabajos arqueológicos en la iglesia de s. Román das Encrobas, por Andrés Bonilla Rodríguez, podemos conocer algunos de los hallazgos de la iglesia convertida en yacimiento. Los estudios arqueológicos sacaron a la luz parte del pasado de As Encrobas. Bajo el subsuelo de la iglesia estaban dibujados los trazos de la planta original del templo, que era un poco más pequeña, pues contaba con un tramo menos además de la disposición de la cabecera en forma semicircular, a diferencia de la actual que es rectangular, producto de una forma posterior llevada a cabo a consecuencia de un incendio que «la datación por C14 calibrado de ese nivel ha determinado que dicho incendio tuvo lugar entre 1285 y 1420», según se señala en la citada publicación. Así pues, tras el incendio, las reparaciones que se llevaron a cabo lo hicieron siguiendo nuevos criterios estéticos como los del gótico, rehaciendo la nueva cabecera en forma rectangular que es la que nos ha llegado hasta hoy. Otras obras a las que fue sometida la iglesia serían las efectuadas en el siglo XVIII cuando se reformaron los muros de las naves y la fachada o las más recientes datadas en los años 50 del siglo XX. Antiguos vecinos Aparte de las huellas constructivas, las excavaciones también hallaron huellas humanas, en este caso referidas a la cantidad de restos óseos pertenecientes a diferentes momentos de enterramiento y que se encontraron tanto en el interior de la iglesia como en el exterior. En la parte oeste del templo, en la zona de la entrada principal, se encontró la necrópolis perteneciente a la época medieval del edificio. El subsuelo de la nave fue el lugar donde se hallaron otros enterramientos, éstos dispuestos en hileras y en relación con la colocación de las piedras del enlosado del suelo. Las numerosas tumbas halladas en el exterior del edificio hacen pensar que éste lugar fue utilizado a partir del siglo XVIII como cementerio, debido a la cantidad de enterramientos dispuestos, «presentaba una ocupación funeraria exhaustiva, no existiendo prácticamente ninguna zona libre de enterramientos, a no ser los umbrales de las puertas antiguas y modernas», según recoge la publicación mencionada. Pero la ocupación histórica de esta parroquia rebasa los umbrales del siglo XII. Los hallazgos más sorprendes son los referidos a los niveles de inhumación que se localizaron por debajo de los cimientos de la zona de la cabecera. En este lugar se hallaron unas tumbas que se corresponderían a una fecha anterior al de la fundación de la iglesia «fechable a priori por su factura entre los siglos IX-X», recoge Andrés Bonilla. Durante la ejecución de los trabajos también se recoge el hallazgo de dos aras romanas, una encontrada en uno de los muros de la nave y la otra aparecida de manera fortuita. Todos estos descubrimientos han contribuido a conocer un poco más la historia de una parroquia en la que el tiempo se ha parado en un lugar, pero en el que su iglesia sigue siendo el testimonio de su pasado y también de su futuro.