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El ojo de buey que ni es ojo ni es de buey

CARBALLO

03 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

carballo | Todos guardamos en algún cajón uno o más ejemplares de esos objetos anacarados, de color blanco por la parte lisa y anaranjado por la que tiene relieve, que nos encontramos a menudo cuando paseamos por la playa. Para unos son ojos de buey; para otros, orejas, y muchos desconocen su auténtica procedencia, que no tiene nada que ver ni con el ganado bovino ni con los pabellones auditivos. Lo que tenemos en el cajón es el opérculo de una Astraca rugosa, o, para entenderlo mejor, una pieza a modo de tapadera que sirve para cerrar la concha de ese molusco univalvo.

Este animalito marino, que llega a medir hasta seis centímetros, es una especie europea propia del Mediterráneo y del Atlántico, pero a las playas de la Costa da Morte pocas veces llegan más que sus opérculos.

Utilizarlos como piezas de joyería es uno de sus destinos más habituales. De hecho, los artesanos de este sector suelen usarlos durante su formación profesional para realizar las prácticas. Y últimamente se han puesto más de moda que nunca, hasta el punto de que rara es la feria de artesanía en la que no los encontramos engarzados en colgantes, pendientes o sortijas.

El carballés Juan Manuel Cancela es un gran coleccionista de opérculos. Tiene más de mil, de todos los tamaños, y asegura que casi todos los ha recogido en la playa de Razo, en la que son especialmente abundantes. En un solo día llegó a reunir cincuenta, pero parece que la especie va a menos porque ahora es muy difícil pasar de los diez.