La cara y la cruz de «Gran Hermano»

CARBALLO

La joven vimiancesa pasó por la décima edición del programa, tras el cual regresó a la práctica de la ganadería, actividad que combina con otros compromisos

21 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Nunca pensaron los de As Cabazas (Baíñas-Vimianzo) que el lugar iba a alcanzar, de la noche a la mañana, una celebridad nacional. Hasta que vieron a una vecina suya aparecer en un programa de televisión. Y la vieron a conciencia y hasta en los más mínimos detalles de su rutina diaria, porque la vecina se subió al barco de la décima edición de Gran Hermano .

Eva Freire Pereira combinaba antes de septiembre del año pasado su trabajo en la hostelería en A Coruña con la ayuda en la granja familiar, una explotación de más de 300 vacas en la localidad vimiancesa. El 23 de septiembre pasado se metía en una casa que, como ella misma confiesa, le cambió la vida.

El retiro fue breve, porque en octubre se acabó el sueño y se esfumaron los 300.000 euros de premio con los que soñaba hacerse si ganaba el concurso. El dinero no fue para ella, famosa en la casa por su mala leche y por poner los puntos sobre las íes cuando lo consideraba necesario. Pero, pese a la breve estancia, Gran Hermano es Gran Hermano , un producto que marca a los que se meten en él. Esta semana, por ejemplo, estuvo en el programa de Ana Rosa Quintana.

A la casa fue en busca del amor y en busca de una alternativa laboral a la ganadería, es decir, a las vacas. Casi un año después encontró lo primero y no hace ascos a lo segundo. El amor apareció, pero no a la sombra de un plató, sino al lado de casa, el mismo que le cuidaba los caballos que le ayudó a poner en marcha el hipódromo que, cuenta, ha montado. No es una exclusiva lo de su noviazgo. Ya salió, con foto, en el Qué me dices . Lo tiene en Casas Novas (Vimianzo). No debe confundirse con el Casanovas de Arteixo. La cosa no da, todavía, para tanto.

Tiene 18 caballos y se dedica a la compra y venta de ejemplares. También tiene alguno para inseminación. Si quieren verla en lo suyo pueden hacerlo hoy en el campeonato nacional de equinos que se celebra, desde las once de la mañana, en el recinto ferial de Santa Comba.

Tiene su hipódromo -de siempre prefirió los caballos a las vacas- y cuatro invernaderos produciendo hortalizas ecológicas cerca de Muxía. La empresa se llama Abrajum. Están trabajando, explica Eva Freire, pera vender por Internet. Por ahora solo distribuyen en la comarca, pero denle tiempo.

A esas actividades se le suman otras, y de vez en cuando pasa por algún plató o asiste, con otros compañeros de aventura televisiva, a inauguraciones y fiestas en discotecas. Este verano, cuenta, se va a hacer unos bolos, algo muy bien pagado. Básicamente porque se trata de pasar un par de horas en una discoteca a cambio de un bien dinero.

No es para hacerse rico

Dice que a Gran Hermano volvería inmediatamente. «Conoces a un montón de gente», asegura. Y eso es una experiencia vital y encima abre muchas puertas.

Eso sí, no es para hacerse rico. Más bien todo lo contrario. ¿Se quejan los empresarios de que cobran sus facturas a los 60 o 90 días? Pues apunten, en la televisión, cuenta Eva Freire, hay que esperar dos años. Y mientras más vale tener patrimonio familiar respaldando al protagonista, porque hay que pagar los viajes y lo que haga falta para seguir en la cresta de la ola.

Eso sí, dice Eva que hay detalles muy agradables. Se acaba de sacar el carné y la llamaron varios concesionarios para ofrecerle coches -gratis- a cambio de algo tan básico como meterse dentro y utilizarlos. El sueño de cualquier currante. «No creas que son Mercedes o BMW», advierte. Pero son gratis.

Denuncia por robo

Luego están los sinsabores. Compartía piso con una compañera que un día decidió robarle la maleta con sus vestidos de las galas. Colgó los trajes en una página web. «Por uno de Zara que me costó cuatro euros llegó a cobrar ochocientos euros», alucinaba Eva Freire. El caché se lo daba el haberlo llevado puesto ella.

El caso acabó en la Policía, que la trató con deferencia y llegó a cerrar aquella página web. «De la tele no se vive, ya no quieren ni montajes ni cotilleos», dice. También ahí ha llegado la crisis. «Yo voy tirando gracias a la ganadería, aunque baje el precio de la leche», cuenta.

Otra de las partes negativas de haber trabajado en Gran Hermano es que algunas grandes empresas ya no la contratarán. Ni a ella ni a nadie del programa. La causa, cuenta, es que si algún famoso tiene un problema laboral en una compañía importante, tiene los medios para airearlo y las empresas -cita algunas- prefieren curarse en salud.

Otra más en la cuenta de las cosas negativas es que tampoco vales después para hacer anuncios en la tele o para ser actriz. Dice Eva que uno queda marcado como el de Gran Hermano , y que los productores no quieren personajes así. «Hay mucha gente que se fue a la ruina con Gran Hermano », asegura.

Es la única de su edición, dice, que no posó sin nada encima para Interviú , revista que sí proporciona fondos. Dice que no lo hizo y no lo hará porque entonces lo tendría prácticamente imposible para poder seguir trabajando en el sector ganadero. La gente tiene muchos prejuicios.

Como ven, prestarse para la radiografía del alma que es Gran Hermano depara sinsabores y aporta poco al patrimonio. Aun así, Eva Freire tiene claro que se metería otra vez. Conoces gente y pateas mundo. Cierto que por la calle, dice, la miran de otra manera, que sufre envidias y que encima la experiencia sale cara. Al menos mientras pasan los dos años para ingresar las primeras ganancias.

Por ahora seguirá dedicándose a los caballos, que le gustan y le dan de comer. Pero no todo es dinero en esta vida: «Antes ni te saludaban y ahora te pagan el café y te invitan a un montón de cosas», dice. Pues otra ventaja de la fama. Lo dicho, que ella repetiría.