El carballés Santiago García trabaja en una escuela de negocios situada en el inmueble que albergó el Gobierno de la RDA
04 feb 2010 . Actualizado a las 17:30 h.Dentro de pocos meses, a finales de agosto, se celebrará el vigésimo aniversario de la forma del tratado de reunificación (en la mayor parte de lugares aparece como unificación, sin más: la germana Einigungsvertrag ) de las dos Alemanias, la Federal y la Democrática. Esta dejaba atrás el régimen comunista y se integraba en lo que más o menos hasta entonces se conocía como Europa Occidental, y recuperaba además un estatus perdido tras la segunda Guerra Mundial.
Es probable que la efeméride no se recuerde mucho, porque la atención mundial se capitalizó (se acaba de ver) en el derribo del muro: fue el signo del cambio de una época. No obstante, aquel 31 de agosto del 90 marcó el futuro de millones de alemanes y europeos. Por lo tanto, el lugar de la firma de aquel documento debe ser un lugar casi totémico, muy respetado, visitable y hasta venerado.
¿Lo es? No. Tampoco lo contrario: el lugar de la firma sigue conservando el lujo, la grandeza y el halo de la historia que le acompaña desde siempre, pero ya no en dependencias estatales o institucionales, sino como sede de una prestigiosa escuela de negocios de Berlín. Veinticinco de las mayores empresas alemanas fundaron esta escuela, y en ella se forman los ejecutivos de la UE del mañana.
Ese despacho es ahora un lugar de reuniones, y está al alcance de esos futuros jefes. De ellos, y de un joven de Carballo, Santiago García Rodríguez, que también trabaja allí, en el departamento de Relaciones Corporativas, y que se encarga de captar alumnos interesantes procedentes de todo el mundo. Eso le obliga a viajar constantemente: India, Rumanía, España, Sudamérica, Bruselas... También Leeds, en Gran Bretaña, donde estará este fin de semana, porque es allí donde está trabajando en su tesis doctoral, centrada en el análisis de la toma de decisiones y el comportamiento del consumidor. O puede que también acuda a Canadá, donde tiene a su hijo.
Esa es la vida viajera que ahora tiene el chaval que nació hace 33 años en Cee, aunque se crió en Ardaña. Y que empezó a trabajar de muy joven de camarero, a los 15 años, poniendo copas en lugares de marcha de la Costa da Morte por los que pasaron los que ahora sobrepasan los 30. Después se convirtió en electricista, primero en una pequeña empresa y después en Fenosa. Se sacó más tarde una plaza de policía local en Cee, y pasada una temporada pidió la excedencia para irse a estudiar a Estados Unidos. Algunos se sorprendieron cuando dejó este trabajo fijo: «¿Por que deixas isto, co ben que estás?, dicíanme. Pero eu contestaba, e aínda o penso, que o máximo é estar ben contigo mesmo». En América se licenció en Psicología, hizo un máster en la Universidad de Oregón, pasó por Dinamarca, Francia y Bélgica (fue responsable de relaciones diplomáticas y corporativas del Vesalius College) y ahora en Berlín.
Además de darse una vuelta a veces por el despacho de la firma, antigua oficina del ex canciller Gerhard Schröder, también se toma un café en la estancia que ocupó Erich Honecker, una leyenda de la RDA, su jefe de Estado durante muchos años. Los pasillos y paredes de esta escuela de negocios podrían relatar muchos episodios de la guerra fría, de aquellos años de constantes amenazas veladas entre la OTAN y el Pacto de Varsovia. Pero hoy solo escuchan comentarios sobre los modelos económicos presentes y futuros, hablados en numerosos lenguajes, sobre todo inglés y alemán, y de vez en cuando en gallego, cuando algún amigo o familiar llama a Santiago y escucha las voces de fondo.