Se siente corcubionés y allí regresa casi siempre a disfrutar la vida
26 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Como tantas cosas en esta vida, la llegada de Félix Quintero Álvarez fue cosa del azar. Su padre era médico y fue destinado a Corcubión cuando él contaba solo 14 años. Ahí empezó a gestarse un nuevo patriotismo del que no se separaría a lo largo de su vida. Y eso que Quintero mundo tiene bastante, y Galicia. Su profesión le ha llevado de un lado a otro, pero siempre ha vuelto. Ahora, ya jubilado, pasa más tiempo en Corcubión, compartiendo estancias con su base en A Coruña.
Él nació en Pontedeume en 1950, pero su niñez atesora recuerdos de otro destino paterno, Capela, muy cerca, un entorno rural «que me hizo entender nuestra Galicia».
Pero Corcubión marcó más. Allí se casaría años después y de allí son sus hijos, pero sus viajes por Galicia aún le llevarían a muchos más lugares.
Estudió Ingeniería Técnica Industrial en Vigo -el colegio y el bachillerato, en Ferrol- y su primer empleo le caería lejos de la Costa da Morte, en Belesar, vinculado ya a la empresa en la que seguiría toda su vida. Unión Fenosa, en el despacho central de explotación. Trabajo que después de Belesar le llevaría a Madrid, para regresa a Galicia como delegado de la empresa en 1988, destinado a Santiago.
Todo un baile de lugares que no acabaría ahí, pero que siempre tenía un referente fijo en la Costa da Morte. «Estrené mi primera bicicleta en Corcubión, fue una vida muy feliz», cuenta.
Son muchos más los recuerdos de la villa. Los paseos hasta Cee y las pandillas inevitablemente enfrentadas de los dos municipios, agradables veranos en una playa de Quenxe que por entonces era otra cosa y meriendas en el castillo del Cardeal.
Y luego la época de los cócteles en casa con los amigos y con los discos. «En mis tiempos la frontera con Cee estaba en el paralelo 38», recuerda. Y es que por entonces la guerra de Corea estaba de actualidad. De esa época les quedó a los del municipio vecino el apodo de coreanos.
A Cee está también muy vinculado porque durante mucho tiempo fue vicepresidente de Electra del Jallas. Pero su vida vinculada a la eléctrica daría todavía más vueltas de las ya citadas. En 1994 fue nombrado encargado de relaciones exteriores de Fenosa en Galicia y por entonces la eléctrica adquirió una empresa de transporte eléctrico de Bolivia. Allí empezó una etapa claramente distinta de su vida, afincado en Cochabamba, en los Andes, a un altura de 2.500 metros. Allí sería nombrado cónsul honorario y allí estuvo seis años, un cambio en su vida, dice, que le vino muy bien y le permitió conocer Sudamérica, de la que habla con admiración. Aquello pasó y regresó a Galicia. En Corcubión disfruta de los vinos tranquilos con los amigos y de las partidas de dominó. Los partidos de golf, otra pasión, los juega en Larín.
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Félix Quintero Álvarez
1940 en Pontedeume
Ingeniero industrial
Reparte su tiempo entre sus viviendas de A Coruña y Corcubión