La empresa, con sede en Vimianzo, es la única en Galicia que fabrica monturas a mano y a la carta, con gran capacidad exportadora
01 nov 2013 . Actualizado a las 21:15 h.Trabajo La compañía da empleo en la actualidad a 30 personas
La empresa lleva operando desde 1976 en Vimianzo.
[Toni Longueira] La Costa da Morte, tildada en muchas ocasiones de forma injusta de ser un desierto de emprendedores, tiene en Vimianzo un claro ejemplo de que la clase empresarial sí existe y pelea con uñas y dientes contra esta crisis que no parece tener fin. Después de 37 años en funcionamiento y de vaivenes económicos Don Rodrigo The Spanish Saddlery mantiene una vieja fórmula, que no falla, para manufacturar y vender a medio mundo sillas de montar. Productos a medida y a gusto del consumidor. Es la búsqueda de la exclusividad, de la esencia, de la exquisitez. «Si un cliente quiere una montura de color rojo y unos faldones más largos de lo normal se hace», explica Antonio Galdo, gerente de la compañía y heredero de un negocio que fundó su padre, también Antonio Galdo.
Y es que salvando las lógicas diferencias, las monturas para la equitación de la empresa vimiancesa siguen el mismo patrón que los Lamborghini. Todo es hecho a mano y bajo pedido. «Cada silla es única y tiene algo especial: el sello que le pone el que la compra y la calidad que le ponemos nosotros», comenta con orgullo el propietario de la compañía.
El tiempo parece haberse detenido en esta factoría. Tras media vida de trabajo en Suiza y Alemania, Antonio Galdo (padre) decidió crear una empresa en Vimianzo pese a ser de Ortigueira. Conocía al detalle los entresijos de un sector con mucho apogeo en la Europa de los años 70 pero un sector claramente residual en aquella España metida de lleno en la transición. Su máxima empresarial, calidad ante todo. Esta receta la heredó su hijo, que también siguió con esa forma de trabajar. Y pese a los manidos y perniciosos, a veces, ciclos económicos (en el 2009 despidió a 45 empleados) la empresa ha logrado enderezar el rumbo y mira el futuro con relativo optimismo. En las instalaciones vimiancesas trabajan en la actualidad 30 personas.
Don Rodrigo The Spanish Saddlery ha logrado sobrevivir apostando «únicamente por la calidad del producto» pese a la competencia foránea, procedente del sureste asiático. «Tu puedes comprar una montura para el caballo pagando entre 100 y 400 euros. Es una opción muy respetable. Una de Don Rodrigo cuesta por término medio entre 550 y 600 euros. Eso depende de la economía de cada uno y de lo que se quiera gastar», apuntó Antonio Galdo, quien añadió: «La diferencia es que yo te hago la silla a medida y de un producto de una calidad exquisita. Cada montura es única, no hay dos iguales». Y es que cada jinete es único, con unas medidas específicas y la comodidad a la hora de practicar la doma, equitación o simplemente pasear con el caballo es fundamental.
El futuro, según el empresario, pasará por «la especialización y la diferenciación, saber distinguirse de la competencia y garantizarte la fidelización del cliente».