La Costa da Morte, sobre todo el rural, es sensible a las visita de los cacos. Cada una de las 157 parroquias alberga algún elemento de patrimonio artístico, religioso o cultural susceptible de ser sustraído porque las medidas de seguridad son mínimas o nulas. Muchas de estas piezas están catalogadas en el siglo XVIII, y están expuestas a que algún desalmado se le ocurra robarlas.