
Lo que el mar deshizo, el mismo mar lo va rehaciendo. Una máxima que vale para muchas de las playas de la Costa da Morte que se transformaron debido a las ciclogénesis del pasado invierno. Poco a poco, la arena regresa a su lugar, en un proceso que aún no ha concluido, pero que se aprecia notablemente.
Uno de los ejemplos más llamativos es el arenal de Pedra do Sal, en Carballo. No en la zona amplia de la playa, sino en el extremo este, separado del mar de frente por una gran roca. El domingo 2 de febrero, muchos de los usuarios habituales de este arenal se sorprendieron al ver que había desaparecido la arena y en su lugar quedaba toda la base rocosa, una enorme eira con canal incluido hacia la zona de las furnas. Desde entonces, grano a grano, va recuperando su aspecto, que ya es casi el mismo. Queda por completar un extremo, cubierto de verde, vegetación que se agarra como una lapa a la piedra que aún no ha sucumbido a los cambios fruto de procesos naturales. Seguramente, hasta que llegue otra ciclogénesis más fuerte y vuelta a empezar.