Ala restauradora Uxía Aguiar, de Parteluz, ayer por la mañana la sonrisa le llenaba la cara, consciente de que estaba mostrando un buen trabajo y que el que conociese un poco los frescos de Moraime se va a llevar una grata sorpresa con su recuperación. «O máis complicado foi a limpeza -case sempre é así- porque non podes empregar un único método. Non existe un láser ou algo así que cho limpe todo, tés que ir usando químicos, ultrasóns... dependendo do material que se trate, case centímetro por centímetro», explicaba. De ahí que su objetivo fundamental fuese llegar lo más posible a la pintura original, por supuesto sin dañarla. «Quitamos cousas raras que había pintadas por enriba da restauración dos anos, polo que creo que gaña en autenticidade», añadía, aunque no con ánimo de crítica al trabajo de quienes les antecedieron «porque eu sempre penso que as restauracións se fan o mellor posible para o momento no que é. Seguro que dentro de 30 anos virá outro e dirá: ‘Pero como empregaron aquí carbonato cálcico en lugar de nanopartícula non sei que’».
Lo que si le ha llamado la atención, junto con muchos detalles que han ido detectando entre muchas horas de espátula con la vista puesta en los medidores de humedad y demás, son las diferencias existentes con otros trabajos, por ejemplo en Ourense, su tierra natal, donde domina la pizarra. «A pedra é tan boa, cunha sillería de tal calidade, que pintaron directamente sobre o granito», afirmaba la técnica que incluso también guarda anécdotas divertidas. Por ejemplo, vistos al microscopio los organismos incrustados en las costras de sales endurecidas le trajeron a la memoria las pequeñas criaturas que los Fraggles Rock de su infancia cultivaban en macetas.