
San Fins do Castro | Dejó profunda huella en Bergantiños, una comarca que ya se nutre de la música popular que él puso en valor
31 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.A lo largo de los años son muchas las voces que han destacado la importancia de Saturnino Cuíñas (1897-1978). Dejó profunda huella en una tierra, Bergantiños, nutrida ya por la savia de la música popular que él supo poner en valor. O Berro Seco, aturuxo universal, da título, por ejemplo, del segundo disco del histórico grupo folk Milladoiro. Hace algo más de un año que Xosé Vicente Ferreirós, cofundador de la formación, recordaba en estas páginas aquel día en el que conoció al sacerdote, a principios de los 70: «Estivemos toda unha tarde de parola. Falamos de todo un pouco, do humano e do divino [...]. Decidiuse a cantarnos un canto de arrieiro da súa terra natal, improvisando un acompañamento cuns vasos con distintas cantidades de auga e golpeados cunha culler para imitar o son das chocas dos mulos. Memorable! [...] Saín da súa casa cun feixe de partituras que xentilmente me cedeu». A Cuíñas lo tienen cualificado, también, de visionario. «Él nos enseñó que el Evangelio hay que introducirlo en la cultura, no solo tenerlo dentro de la Iglesia. Es decir, vivir la Iglesia en la música, en los cantos, en el folklore», afirmaba en su homenaje el actual sacerdote de Cesullas, Líller Alexander Carrillo. Lo hizo en unas circunstancias históricas que no eran las de ahora. Trabó relación con muchas entidades, como Cántigas da Terra: ya en los años 20, cuando era capellán en Orto (Abegondo), «animou alí a crear festa, comunidade, como logo faría en San Fins». Lo recordó así en Cesullas Ramón Palleiro, Moncho do Orzán.