El descendiente del famoso doctor carballés aprobó el MIR justo antes del covid
21 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Eduardo Mariño tenía solo 4 años cuando murió su abuelo, pero el doctor Mariño ha estado tan presente en su vida que habla de él como si hubieran compartido horas de conversaciones. Podría haber sido así porque Eduardo Mariño era un conversador locuaz y entretenido. Su nieto, que ahora tiene 25 años, reconoce que es médico por él, por haberlo conocido tan bien aunque fuera en diferido, por las conversaciones con su madre y sus tías o, simplemente, por los comentarios que a lo largo de los años fueron dejándole las miles de personas con las que el galeno tuvo contacto a lo largo de su vida y en cualquiera de sus aspectos.
Eduardo Mariño fue mucho más que un médico licenciado en 1952, hijo de un ginecólogo con clínica en Santiago. En la suya, en Carballo, hizo montones de operaciones, atendió decenas de partes y salvó muchas vidas de accidentes de tráfico en una época en la que la comarcal 552 era una sangría. Los que no pudo rescatar de la muerte fueron también sus pacientes porque además fue forense durante muchos años e incluso tocólogo municipal.
La carrera de su nieto será, sin duda alguna, muy distinta y, probablemente, menos variada e interesante. A principios del próximo mes tendrá que elegir destino y su idea es irse a Madrid y hacerse neurólogo. Ya tendría casi que estar ahí porque suele resolverse en mayo, pero el covid le ha pillado de lleno y todo se ha retrasado. Él pertenece ahora ya a la generación de los que hicieron el MIR con el coronavirus ya al acecho, porque las pruebas se celebraron el 25 de enero. «No nos pilló por los pelos», dice.
Evidentemente no le teme a las comparaciones porque no ha lugar a ellas, pero es imposible no planteárselas cuando se comparte nombre, apellido y profesión.
Fuera del aspecto médico, la vida de Eduardo Mariño fue muy completa. Como concejal uno de sus mayores logros fue colaborar en la creación del instituto Alfredo Brañas, hace medio siglo, un centro que dirige su hija Mónica, madre además del otro Eduardo.
No le hizo ascos a la política, pero tampoco a la vida social. Presidió el Casino, el Bergantiños y la Cruz Roja. Fue cazador, pescador, pintor e incluso cocinero. Seguro que Eduardo nieto no aspira a tanto.