José Manuel Castro Marcote: «Hai 30 anos Galicia era 'micófoba'»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

El experto micólogo y presidente de la asociación Pan de Raposo, decana en la Costa da Morte, analiza el potencial turístico y natural que tiene la afición por las setas

09 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2008, una colaboración entre una empresa de la Costa da Morte y Turgalicia consiguió que casas rurales situadas en zonas deprimidas registrasen un 70 % de ocupación en otoño gracias a la micología. Unos meses en los que muchos de esos establecimientos cerraban por la falta de visitantes, pero en los que ese año pudieron trabajar a pleno rendimiento gracias a los amantes de las setas. Lo recuerda el experto José Manuel Castro Marcote, que participó en aquellas jornadas y que vio como acabaron «morrendo de éxito», pues no volvieron a hacerse a pesar de los buenos resultados y de que otras comunidades, como la navarra, se interesaron por la iniciativa. «Non é que crea que a micoloxía ten potencial turístico, senón que eu mesmo o vivín en primeira persoa», señala Marcote, que considera que sería un buen mecanismo para «desestacionalizar» una actividad que en la mayoría de los casos se concentra en los meses de verano, puentes y períodos festivos.

Esta época del año es la mejor para salir al monte a recolectar ejemplares, de ahí que se sucedan multitud de propuestas en torno a esta actividad. La asociación Pan de Raposo, decana en la Costa da Morte, promovió la vigésima edición de sus Xornadas Micolóxicas da Costa da Morte; la EFA Fonteboa de Coristanco abordó recientemente la producción de shiitake; en A Laracha medio centenar de personas salieron al monte guiadas por Pablo Cuadrado y Raquel Poncini; en A Pobra do Caramiñal inauguraron ayer una exposición fotográfica, de Raquel Fernández Soler, en el marco de sus quintas jornadas micológicas y en Vimianzo y en Fisterra tendrán el próximo fin de semana sus respectivas citas con las setas.

«A quen lle guste estudalas pode facelo todo o ano, pero para saír buscalas, sen dúbida este é o mellor momento, pois é cando se atopa unha maior cantidade e variedade». Marcote no habla de cantidad por hablar, ya que se estima que en la Costa da Morte puede haber «ata 2.000 ou 3.000 variedades diferentes» de hongos, aunque no todos son aprovechables gastronómicamente y algunos, como es sabido, son tóxicos. Entre los que pueden emplearse para la cocina predominan «os cantarelos, boletos, níscalos e as macrolepiotas».

En esta zona, que tiene bastantes similitudes con la lindante comarca de O Barbanza en lo que a micología se refiere (con pequeñas variaciones de temperatura que pueden hacer surgir algunas variedades diferentes), la principal limitación tiene que ver con el aspecto forestal: hay pocas carballeiras, abundan los pinos y proliferan los eucaliptos. «Alí onde hai eucalipto, hai un deserto ao seu arredor», sostiene el experto.

La afición por esta actividad va a más, aunque todavía sin llegar al gusto por los hongos que hay en otras comunidades autónomas. «Galicia pasou de ser un país micófobo hai trinta anos a ter un consumo importante de setas. Nos últimos anos está moi de moda saír á natureza, ben sexa para facer sendeirismo, para practicar deporte ou para recoller cogomelos. Cambiou moito», explica Castro Marcote. ¿Y qué consejos le daría a un principiante? Primeramente, que acuda acompañado de alguien con más conocimientos, para ir aprendiendo; que vaya a exposiciones o charlas y que no se desespere si no encuentra nada.