Inés López: «En Letonia aprendí que la buena educación no depende del dinero»

Antón Lestón Lago
Antón lestón CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana García

Personas con historia | Conoció la enseñanza de distintos países de Europa gracias a los convenios Sócrates durante los 90 y fue profesora de Español en Alemania del 2009 al 2015.

10 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Inés López Rivas (Corcubión, 1960) tuvo desde pequeña una fuerte fijación por el descubrimiento de nuevos idiomas y nuevas culturas. Una vocación que su trayectoria profesional le permitió saciar, a base de continuos viajes por Europa para conocer los métodos de enseñanza extranjeros, y que ha vuelto a saborear en los últimos meses dando clase a más de veinte senegaleses en Fisterra. «Me jubilé en agosto y fui a la oficina de la Cruz Roja para ofrecerme a dar clases de lo que fuese y, debido a mi experiencia como profesora de Español en el extranjero, me propusieron dar clases de alfabetización a inmigrantes», cuenta la maestra, que reconoce que no podría llevar a cabo dicha labor sin el apoyo concedido por el Concello de Fisterra y las dos exprofesoras del Patronato. «Me dieron todas las facilidades posibles», resalta. También la del espacio. Pues ahora imparte su docencia los martes y los miércoles en el aula de la cofradía, mucho más adecuada para sus más de veinte alumnos, entre los que se encuentran perfiles muy diferentes. «Hay gente que ya sabía leer y escribir en francés, pero hay otros más del interior del país, que solo hablan wólof, entonces la enseñanza es similar a la de infantil, imagínate el desfase», dice. Aun así, Inés está encantada con su actual labor: «La experiencia es espectacular, porque es la primera vez que un alumno me presta atención en clase», bromea, por sus ganas de aprender y ser operativos.

De todas formas, no es la primera vez que se enfrenta a una cultura totalmente distinta a la hora de ser profesora. De hecho, conocer los métodos de convivencia y enseñanza en otros países ha sido uno de sus grandes objetivos durante los últimos 25 años. Todo comenzó en los años 90, cuando al amparo de varias iniciativas y subvenciones europeas, se animó a involucrarse en varios proyectos de integración continental, denominados por entonces como los convenios Sócrates, en los que profesores de distintos países convivían durante una o dos semanas para compartir conocimientos, experiencias y metodologías. «Tenía claro que como profesora no se podía progresar más allá de los cursos de formación, entonces, como ya tenía títulos de idiomas, me decidí a eso», recuerda.

Por aquel entonces, era profesora de primaria en Tenerife, con títulos de Francés y Alemán, lo que le sirvió para pasarse diez años conociendo Europa. Noruega, Cerdeña, Países Bajos o Letonia fueron los lugares que más le marcaron. «Cuando volví de Noruega no pude contar lo que había visto porque no me iban a creer lo moderno y lo diferente que era. Un docente para cada quince alumnos, no se hablaba de niños y niñas, una enorme variedad educativa... ¡Incluso una máquina de ozono que purificaba el aire para que las aulas estuviesen libres de virus», comenta sobre la situación que se vivía en el estado norte europeo ya en el año 2000.

Es un recuerdo totalmente opuesto al que tiene de Letonia, donde se encontró tal pobreza que todavía se le pone la piel de gallina al recordar su viaje. «Horroroso, yo creo que incluso nuestros padres fueron a colegios en mejores condiciones. Sin embargo, ver como aquellos profesores conseguían, de la nada, sacar adelante a los niños para darles toda la educación que necesitaban, me hizo volver con otra percepción de la enseñanza. No depende del dinero», razona. Un aprendizaje que luego reflejó en Corcubión, Cee o Alemania.

«La evolución de un alumno no debe supeditarse a que supere exámenes»

Estudiante de magisterio y especializada en Francés, comenzó su trayectoria profesional en Caldas de Rei. Tras dos años, se trasladó a Tenerife, donde actuó como profesora de primaria durante durante algo menos de dos decenios que intercaló con continuos viajes por el continente para aprender otras formas de enseñanza. En el 2009 aprobó el examen para ser profesora de Castellano en el extranjero y se fue a Alemania, donde trabajó para el Ministerio de Asuntos Exteriores antes de volver, en el 2015, a la Costa da Morte, donde había iniciado sus estudios en el José Carrera corcubionés. Aquí, se jubiló tras impartir clase en el Praia de Quenxe y el Eugenio López.

Su experiencia es, pues, más que significativa para analizar la situación que atraviesa la educación española. «Hace falta una buena ley de educación que se haga en base a unos objetivos concretos y en donde se piense más en los profesores y alumnos», destaca una maestra que ha comprobado como el sistema alemán es más eficiente: «Allí, es mucho más secuenciada, con más oportunidades para que los alumnos estudien lo que les interesa. Eso se consigue dando el mismo valor a todas las disciplinas. En España debemos recuperar eso, inculcando un pensamiento crítico en los alumnos para que decidan por sí mismos».

No comparte tampoco, el sistema de progreso escolar, que comienza a ser también debatido en las Cortes. «La evolución de un alumno no debe supeditarse a que se superen los exámenes. Sin embargo, cuando llega la evaluación, los profesores tenemos que justificarnos en los controles para determinar si ha aprobado o suspendido. No debería ser así».