23 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.
El esplendor de muchos monumentos ha sido efímero. La gloria de un momento pasó al desprecio con el tiempo. De ahí, que muchas construcciones de valor histórico fueron derruidas para hacer otras nuevas o, simplemente, casas, puentes, puertos o calles. Eran tiempos de déficit cultural y desprecio a lo que no era útil en el instante. Ahora, sabemos que las edificios cargados de historia tienen un gran valor cultural, pero además despiertan interés turístico y generan economías. Son una inversión.