EN PRIMERA PERSONA | Las catedrales de San Pablo y Westminster, sobre todo esta última, mantienen elementos que recuerdan la tragedia ocurrida al suroeste de Fisterra en 1870
30 abr 2023 . Actualizado a las 19:31 h.El acorazado HMS Captain de la Royal Navy se hundió el 7 de septiembre de 1870 a 16 millas al suroeste de Fisterra. Un defecto de diseño lo hizo zozobrar, arrastrando al fondo a unos 479 tripulantes, tantos como murieron en el bando británico en Trafalgar. Solo hubo 18 supervivientes. Recuerdo haber tenido mis primeras noticias de este buque cuando visité en los años ochenta la catedral de San Pablo. Yo vivía en Londres y me intrigó el nombre de Finisterre que aparecía en las placas conmemorativas de la nave central. No podía imaginar que veinte años después iba a narrar la tragedia de este naufragio en un libro sobre la Costa da Morte.
El fin de semana pasado hice una visita nostálgica a la ciudad y decidí donar sendos ejemplares del libro a los dos templos que contienen memoriales destacados a este acorazado: la catedral de San Pablo, de cuyo arquitecto, Christopher Wren, se celebra el tricentenario, y la Abadía de Westminster, en la que dentro de pocos días se coronará al rey Carlos III.
En San Pablo escuché una misa anglicana oficiada por una mujer y cantada por el coro de niños de Estocolmo, acompañados por el órgano, uno de los mayores del Reino Unido. El personal de la catedral, incluida una amable española, no fue capaz de localizar las placas dedicadas al Captain y me hicieron dudar de mi memoria al sugerir que quizá estuviesen en la cripta, cerrada por ser domingo. De hecho siguen encontrándose en un lateral de la nave central con los nombres de todos los fallecidos, la flor y nata de la Royal Navy de la época. Entregado el libro fue agradable ver que la sacerdotisa se despidió personalmente en la puerta de la cosmopolita congregación.
En Westminster ya había contactado antes con su bibliotecario, Dr. Tony Trowles, quien me había enviado un plano con instrucciones para localizarle. Pero una reunión inesperada le impidió recibir el ejemplar personalmente y tuvimos que deambular por el patio del deán, el claustro y la propia abadía, llamando con aldabones medievales a puertas góticas, hasta encontrar a quien entregárselo.
Tampoco los guías de la abadía parecían conocer las grandes vidrieras dedicadas al Captain, y nos agradecieron la información. Representan escenas náuticas del Antiguo y Nuevo Testamento, como el Arca de Noé, Jonás y la ballena, Jesucristo sobre las aguas y otras. Al pie de las vidrieras una placa recuerda al barco; a su capitán, Burgoyne, y a su diseñador, el capitán Coles, ambos desaparecidos aquella noche. La placa está oculta por el mostrador de despacho de billetes para visitar el templo.
La iglesia estaba abarrotada de gentes y solo tuvimos tiempo de identificar al pasar la tumba medieval de la reina Leonor, española de Burgos, la de Darwin o la del abolicionista de la esclavitud, Wilberforce, entre otros. Antes, en el claustro, hubo tiempo de sacar fotos ante el altorrelieve que recuerda tres circunnavegaciones del globo de tres navegantes británicos: Drake, Cook y Chichester.
A la salida los obreros limpiaban, pulían y pintaban las verjas que rodean la abadía y varios batallones a caballo, los Horse Guards, ensayaban el desfile de la coronación en la amplia avenida del Mall que llega hasta el palacio de Buckingham.
DNI
Juan Campos Calvo Sotelo (Cuntis, 1948). Es psicólogo, y gran investigador sobre historias de accidentes marinos. Su libro Náufragos de antaño es un gran referente de los principales acontecimientos luctuosos frente a la costa gallega.