Mis novelas deben ser transgresoras

Héctor Lema Paz

CARBALLO

ANA GARCIA

En primera persona | Escribe Hector Lema Paz | Siempre quise contar las cosas, pero en mi casa se respiraba medicina las 24 horas. Este rincón de la Galicia atlántica, la Costa da Morte, nos brinda un filón inagotable de historias para contar

21 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Inédito y transgresor, son los dos pilares sobre los que construyo mis relatos. Contar algo nuevo e impactante, que sorprenda al lector, que haga aflorar sus sentimientos. Que se le humedezcan los ojos o que estalle la risa. Romper con las encorsetadas normas literarias, ser audaz y atrevido. La ventaja que tenemos los que no vivimos de la literatura es que podemos dar rienda suelta a la imaginación, sin preocuparnos de las críticas. Seguir al pie de la letra lo que decían mis referentes en literatura, dos gigantes de las letras hispánicas. Uno, Unamuno: «En la novela cabe todo, por eso mis obras son más nivolas que novelas». El otro, Cela: «Si la historia es buena y los personajes tienen fuerza, solo tienes que ir tras ellos, contando lo que hacen». ¡Claro que el Nobel no tenía culpa de que sus personajes tuvieran querencia por las casas de alterne, las sacristías y los animales del monte!

Aquí os dejo un par de ejemplos sacados de mi novela Una vida como la tuya. «¿Tiene chicas contorsionistas su circo? ¿Alguna soltera? Sí, estupendo, entonces retiraré los castillos de tablas, para que puedan instalar la carpa en mi aserradero. Oye Prudencio, ¿A ti por qué te gustan las mujeres que se descoyuntan al hacerlo? Coño, porque le dan un toque de fiereza al asunto. ¿A ti te gustaría torear un cabestro, o montar una yegua de tiro? ¡Hombre, dicho así!». Pues eso.

A la niña del piloto de Camelle la salvaron entre mi padre y el párroco. Mi padre le trató la epilepsia y Cachafeiro le quitó el demonio. ¡A lo mejor fue al revés! No, fue todo al mismo tiempo. Vale, vale, no se ponga así escritor, yo no estaba allí, solo soy un simple escuchante. Fíjese que hasta se acordaba del juicio a la carteira de Morpeguite. ¿A que usted no se acuerda de aquel escándalo? Fíjese si fue famoso que hasta un reportero de El Caso de Madrid se llegó hasta Corcubión. La carteira empezó echando las cartas, pero se ve que tenía tanto acierto que le venían clientes hasta de Pontevedra. Entonces le cegó la avaricia y se ofrecía como quitadora del mal de ojo y sanadora imponedora de manos. Los ricos que tenían hijos algo «lelos» se los llevaban para que los espabilara. La carteira los ponía a sachar en sus leiras, y como premio, una vez por semana dejaba que los varones refocilgaran con sus dos hijas. Aquello se convirtió en Sodoma y Gomorra, porque muchos varones de la comarca fingían un repentino «mal de aire» ante su familia para acudir a la carteira a recibir un tratamiento exprés de fin de semana.

Con quinientas pesetas, unos 20 francos suizos, en el año 50 se daba de comer callos en la romería de Carnés a todos los pobres de la zona y aun sobraba dinero para traer a la banda de musica de Padrón. ¿Te acuerdas cuando metieron a tu finado padre en la comisión de fiestas? Aquel año a piques estuvo de haber una desgracia, bueno, dos desgracias si me apuras. Eliseo el de los Cagarrías, que venía de Suiza con el dinero de los emigrantes para las fiestas, se quedó dormido en el autobús y le sisaron parte de los francos. Tu padre y los de la comisión se empeñaron en traer a Los Satélites, además de la banda de Padrón, (los Fideles, gaiteros locales, en las fiestas tocaban gratis). El hecho es que se vendieron rifas para sortear un ternero y al final solo pudieron dar al ganador una cabra que le fiaron la de la Palillada. Para colmo, el vocalista de Los Satélites, medio bebido, dedicó el tango Dentro de ti a una casada. El marido sacó la navaja y subió al palco. Menos mal que la pareja de la Benemérita estaba en Casa Ferrín tomando café. Ese año nadie leyó en el palco la lista de donativos de los suizos, por vergüenza.

Este rincón de la Galicia atlántica, la Costa da Morte, nos brinda un filón inagotable de historias para contar; las de la emigración y las de la lucha por la vida. El heroísmo de los que se marcharon y la dignidad de los que se quedaron, enfrentándose a los muros de piedra del minifundio y a las olas de una costa salvaje. Tenemos el deber moral de contar lo que hicieron; es la mejor manera de mostrarles nuestro respeto y agradecimiento.

Yo siempre quise contarlo, desde pequeño. Pero en mi casa se respiraba la medicina las veinticuatro horas del día. Luego, en el colegio, los curas me decían: «Escribes muy bien, cuenta lo de tu padre, lo de tu aldea». Pero entonces no podía con todo, o estudiaba o escribía. Ahora sí puedo, y ahí están mis dos libros: Placentas y Una vida como la tuya... y los que vendrán. Así que primero fue la vocación médica, que me abrió el camino a viajar y conocer otras culturas. Y ahora viene la pasión por contar lo que vi en esos lugares. Por si no fuera poco, los amigos me dicen: «¿Por qué no cuentas lo de fulanito en Argentina o lo de Menganito en Santo Domingo?». Lo contaré, os prometo que lo contaré. Ata pronto. ¡Leémonos!

DNI

HÉCTOR LEMA PAZ. Profesional de la medicina, con origen en A Ponte do Porto (Camariñas) y consulta de odontólogo en Carballo, tiene en la literatura una de su principales pasiones. Sus principales obras son Placentas: el oro rojo, y Una vida como la tuya, que es una especie de homenaje a su padre.