El asturiano Jaime Izquierdo Vallina: «Soy reincidente en mis visitas a la Costa da Morte»

CARBALLO

A remojo | En esta ocasión, el geólogo y escritor hizo tramos del Camiño dos Faros y visitas especiales a los petroglifos de Corme y el Cemiterio dos Ingleses
02 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Jaime Izquierdo Vallina (Infiesto-Asturias, 1958) estuvo hace unos días por la Costa da Morte. Es geólogo y escritor. Actualmente, comisionado para el reto demográfico en el gobierno de Asturias. Fiel defensor de la naturaleza, el rural y sus tradiciones, no es la primera vez que visita la zona ni será la última, avanza.
—¿Qué lo trajo a esta comarca?
—Este no es ni mucho menos mi primer viaje a la Costa da Morte. Hace años que voy, sobre todo, a partir de mi relación con O Couto y la Fundación Eduardo Pondal, por el encuentro de aldeas con iniciativas singulares. Allí conocí a Luis García y al centro de promoción rural Fonteboa. De hecho, hoy [por ayer] vengo de estar en unas jornadas similares en Portugal. Soy reincidente en mis visitas a esta zona. Mi mayor afición es la de viajar y caminar por lugares como este, sitios auténticos. Así son mis vacaciones.
—¿Qué hizo?
—Fueron días de descanso, una semana larga que aproveché para ir haciendo distintos tramos del Camiño dos Faros porque es un paisaje espectacular. Los territorios se conocen a través de los pies y de las conversaciones con las gentes de lugar. Para mí, también es una forma profesional de explorarlos. Estuvimos en Laxe y aproveché para perderme y para estar con gente como Suso Lista y con Bernardino Martínez. Con el primero fui de noche a los petroglifos de Corme, y con el segundo, vi el Cemiterio dos Ingleses, que ya conocía. Otra forma de viajar es a través de los poetas, como Pondal, y sobre todo, también, en el caso de la Costa da Morte, a través de los libros que recogen los naufragios y otras anécdotas. Eso le cambia a uno la forma de viajar. Por cierto, más allá de la homologación, que yo soy más de que me gustan las cosas como son, convendría que hubiese un poco más de mantenimiento en el Camiño dos Faros. Desbrozar un par de veces al año porque hay zonas que están muy cerradas. Una implicación por parte de las Administraciones, ya que no es muy costoso.
—Es esta una zona natural, de mucha riqueza patrimonial y cultural, que está aún sin explotar.
—Precisamente esa es una de mis decisiones para acercarme a los territorios, que no estén masificados. Me recuerda a la Asturias oriental de los años 70, cuando no había llegado todavía el turismo en una escala mayor. Ese es el mejor encanto que tiene para los que buscamos soledad. Es la escala de desarrollo que hay que mantener. Tiene margen aún para crecer, pero la Costa da Morte no se puede convertir en las Rías Baixas. Hay que promover el turismo de contacto con la naturaleza y la gente más que el de resorts. Hacer que los territorios no pierdan sobre todo, su condición de humanidad.
—¿Cuál es el lugar que más le ha gustado de la comarca?
—No podría decir uno en concreto porque lo bonito es la variedad. El tramo entre Traba y Camelle, por los Penedos, es espectacular, al igual que en A Barra y Balarés. La aproximación a la playa de O Trece desde Arou es otra maravilla. Y vas por el Monte Branco y al final se ve el Cemiterio dos Ingleses.
—¿Cómo ve esta zona rural de cara a un mayor desarrollo?
—Sobre esto estuvimos hablando en Peña García, en A Raia. Las aldeas van a tener más oportunidades que problemas. Durante un tiempo quedaron relegadas porque el modelo de producción era de concentración en la ciudad. Ahora aparecen iniciativas de cosas muy variadas que empiezan a indicar un nuevo camino para las zonas rurales. Ahí es donde tienen que empezar a suceder cosas. Se recupera el gusto por caminar, por estar en contacto con la naturaleza... El camino lo van a lograr teniendo en cuenta el origen.
—Galicia y Asturias tienen muchas similitudes. ¿Cuáles son los retos?
—Compartimos las aldeas y las parroquias. Yo las defino como una especie territorial en peligro de extinción a la que había que prestar atención. Las aldeas eran sustentables, inventaron toda la gastronomía, hicieron el paisaje, el campo, y tienen mucha historia y pasado. Esto debe hacernos tomar conciencia. Hay que activarlas como objetoras de la naturaleza. Si se pierde la aldea, vendrán las plagas. Nuestros abuelos sabían hacer un montón de cosas. Esa inteligencia la tenemos que recuperar y ampliar porque ahora hay más posibilidades. Antes, si uno quería hacer musica, tenía que irse a la ciudad. Ahora está Elena Ferro, a la que conozco, que le da una nueva dimensión a las zocas. Debemos mirar qué hay en la aldea que vale para el futuro y qué tiene que quedarse en el museo. En Asturias, tenemos el caso de Rodrigo Cuevas, que recoge canciones por las cocinas, le da su forma y las canta por París, Nueva York... Es algo que ya hicieron artistas como Carlos Núñez y los grandes escritores gallegos. Para que la gente vaya a las aldeas tienes que proponer cosas sugerentes y eso hará que la gente quiera venir. En Cabo Busto, tenemos a Jonathan, que montó una pastelería, algo que era impensable. Ahora sus pasteles llaman la atención y la gente viaja hasta allí a comprarlos. «Lo universal es lo local sin paredes», dijo Miguel Torga. «Describe tu aldea y serás universal», escribió León Tolstoi.
—¿Algún lugar de este rincón del mundo lo inspiró a la hora de escribir?
—En octubre sacaré un libro de relatos de los últimos veinte años, muchos de ellos vinculados a Galicia. Se llamará De función pública. Habla de la función pública que dieron los campesinos al manejo del territorio. Si no hacemos eso, los territorios tendrán una defunción. Lleva un subtítulo en gallego: Como vai o mundo.
A fondo
¿Cuando fue la última vez que comió sardinas con cachelos? Ahora en San Juan, pero sin los cachelos. Me pilló por aquí.
¿Dónde está el Cementerio de los Ingleses? En Camariñas. Aún estuve allí en este viaje.
¿Cuál es el único lugar del mundo en el que un río desemboca en cascada? ¡O Ézaro! Fui hace muchos años.
¿Probó los percebes de O Roncudo? Sí. Sé que son los mejores del mundo.
¿Y el longueirón de Fisterra? No, pero de otras zonas sí.
¿Sabría decirme algunos versos de Pondal? Os tempos son chegados.
¿Se bañó alguna vez en la Praia dos Cristales? La visité, pero es muy pequeña. Me bañé en Soesto y todo por ahí. Lo que no sé es el origen de los cristales. Es que leí algo de un vertedero. [Se lo cuento] Ah, pues eso es muy significativo. Es algo similar a cuando los romanos destruyeron los montes de León, para después convertirse en un recurso arqueológico.
¿Cuál es la catedral del megalitismo? ¿Ahí en la zona? ¿Los petroglifos de Corme? [No, Dombate]. ¡Ah! Estuve en el Castro de Borneiro el año pasado y fui hasta Canduas por una ruta con molinos.
¿Con qué atardecer de la Costa da Morte se queda? Este año no vi ninguno porque me dormía antes de que se pusiese el sol. Madrugábamos mucho para caminar. Pero una vez subí al Monte Branco en O Couto y sí que lo vi.