Luis Mata: Los miles de kilómetros que hizo con el camión acabaron en el quirófano

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Ana García

Personas con historia | Al histórico de la romería de San Roque do Monte lo han operado cuatro veces

27 jul 2023 . Actualizado a las 14:04 h.

«Aínda hoxe en día, se paso por aí se me acorda. Collín cachos por todos os lados. Impúxome moito». Luis Mata (Mira-Zas, 1958) habla de un accidente de tráfico. Un motorista terminó debajo de un camión cuando él aún se dedicaba al transporte por carretera. Fueron bastantes los siniestros que tuvo que ver a lo largo de los años y en los que intervino, pero aquel se le quedó marcado. Entonces echaba una mano cuando podía hasta que las normas de seguridad convirtieron a los auxiliadores espontáneos en meros observadores. Es una de las cosas que este vecino de Follente no termina de entender. Para él, el camión era otra cosa. «Estaba afeito á liberdade», expone.

Nada es lo que era, según explica, en ese mundo al que dedicó mucho tiempo. «Gastei sete camións novos nos máis de vinte anos que fun transportista», explica. Su trabajo fue casi al completo para una empresa de Santa Comba. Las rutas lo llevaron por Portugal, Francia y muchos puntos de España. Fue una dedicación enorme, una forma de vida que terminó por pasarle factura. Fue a causa de eso que pasó por el quirófano por primera vez. Después vendrían otras tres.

Tantas horas de carretera terminaron por dañar la espalda de Luis Mata y tubo que operarse para reparar el daño causado en las vértebras lumbares 4 y 5, probablemente las más populares y fastidiadas en todas las personas que se pasan muchas horas sentadas, tanto si es un una oficina como en un vehículo.

A este vecino de Follente tampoco le importaban demasiado las horas que tuviera que echar. De hecho, una de sus quejas es que apenas permitan pasarse diez minutos de lo que tiene que marcar el tacógrafo. Estuvo bastante tiempo de baja, pero terminó quedando bien y continuó con su trabajo. Sobre todo al principio «era una felicidade», señala que podían parar en prácticamente cualquier sitio sin preocupación, pero ese tiempo se acabó. «A miña carga non era das que se rouban, pero non durmías tanquilo», explica. Poco a poco, señala, se fue perdiendo el compañerismo y acabó dejando la profesión por razones de edad y médicas, pero también por hartazgo. Sin embargo, sigue siendo de los que aún elige para comer esos restaurantes de carretera en los que se ven muchos camiones aparcados. «Antes tamén te trataban mellor», dice.

Le acabaron curando de la espalda con una operación en el hospital universitario de A Coruña, donde tuvo que volver recientemente para otra intervención, de próstata esta vez. Por medio estuvo en el quirófano del Virxe da Xunqueira de Cee en dos ocasiones, por una fístula. Reconocí enseguida que las posibilidades del centro coruñés eran mucho mayores de las del pequeño recinto sanitario ceense, pero no se queja de la atención recibida en ninguno de los dos.

Operaciones

Todas las intervenciones las tuvo entre el 2001 y el pasado 7 de abril, por lo que terminaron por pensionarlo porque ya no tenía las condiciones para seguir trabajando en las mismas condiciones. Ahora la vida le ha cambiado bastante, reconoce que se ha vuelto bastante más tranquila, aunque no se aburre. Explica que siempre tiene algo que hacer y resulta bastante complicado encontrarlo desocupado porque siempre tiene algo que hacer, desde charlar con los amigos hasta lavar sus coches pasando por ir de fiesta.

En septiembre cumplirá los 65 y asegura que tienen sobre sus espaldas un total de 46 cotizados. Hasta los 25 trabajó con el metal, como herrero y soldador, pero no era esa la profesión que le tiraba. Le llamaba la carretera y terminó trabajando para Ferrocar de Santa Comba, trasladando prefabricados de hormigón, «carrexando tamén vigas e plataformas de cemento», explica.

En la comisión de la romería de San Roque do Monte desde 1994

El nombre de Luis Mata está todavía indisolublemente unido a la romería de San Roque do Monte, una de las más antiguas de Galicia. El que fue durante muchos años presidente de la comisión, con la que arrancó en 1994, recordada que una de las principales citas de agosto en la Costa da Morte data de 1564, «cando lle ofreceron unha vaca a san Roque e fíxose a capela».

La celebración sigue teniendo mucho tirón, pero hubo algunas épocas en que resultaba incluso difícil incluso encontrar sitio. Hace unos diez años, Luis Mata contabilizaba medio millar de zonas reservadas para celebrar meriendas. La cuestión es que entonces ya habían grupos que señalaban ya en Semana Santa la zona en la que harían la fiesta. También por entonces había la tradición de ofrecer «coellos e pés de porco».

Se mantiene la costumbre y el año pasado se subastaron 15 gallos, muy pocos para lo que recuerda Luis, cuando llegó a haber más de cuarenta. Él mismo fue encargado de la subasta, pero el más popular era Evaristo Martínez, que falleció y ya no pudo estar en la última edición.

Relevo

Tomó el relevo José Manuel Amigo, porque Luis Mata, no pudo acudir el año anterior a la pandemia a causa de una de sus múltiples operaciones. Después vino el covid y fue necesario parar, pero ya el año pasado volvió todo a la normalidad.

Como vecino de Follente, en la parroquia de Mira, Luis Mata también participa en otras celebraciones. El día 29 de junio estuvo en las dedicadas a san Pedro y la Inmaculada y llegó a llevar la cruz en la procesión. «Non había ninguén, pediumo o cura e como somos amigos...», dijo.