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Los árboles también sufren de timidez

Patricia Blanco
P. Blanco CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

¿Qué es el fenómeno de la timidez botánica y a qué puede deberse? ¿Dónde puede observarse en la Costa da Morte? ¿Es algo realmente excepcional?

13 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No todo lo bello tiene explicación certera y unánime, mucho menos científica, pero a todo, o casi todo, se le procura un nombre. Canopy disengagement, dosel shyness, crown shyness, intercrown spacing o, más claro todavía, timidez de los árboles o timidez botánica es como se le viene dando en llamar a lo que se aprecia en las imágenes que acompañan esta información. Copas de árboles, generalmente de la misma especie, aunque no tiene por qué ser siempre así, que evitan tocarse entre ellas, creando ante el ojo humano que sabe mirar hacia arriba una especie de dosel o bóveda con grietas que permiten divisar el cielo. Una fantasía de siluetas que ya al menos desde los años 20 del siglo pasado se ha querido estudiar y que también es posible avistar en algunos espacios de la Costa da Morte como la carballeira de Baio, el entorno natural de Pedra Vixía (Zas) o el Bosque do Añón carballés, emplazamientos donde ha retratado este fenómeno la fotoperiodista de La Voz Ana García.

ANA GARCIA

Algunos árboles, sí, parece que también sufren timidez. Existen bastantes publicaciones en la Red en torno a este asunto e incluso aproximaciones técnicas, dejando variadas hipótesis de por qué esta timidez puede ser un comportamiento adaptativo. Aun así, la causa fisiológica exacta de ese retraimiento en las copas por parte de cada ejemplar, evitando tocar el de al lado, es incierta. Se habla, por ejemplo, de que el entrelazamiento de las ramas da lugar a «una poda recíproca» entre árboles adyacentes. Así, los ubicados en zonas ventosas sufren daños físicos cuando chocan entre sí durante estos vientos y, como respuesta natural a esas abrasiones, se induce la forma tímida la copa. Influiría, asimismo, el nivel de flexibilidad de la especie. En sintonía con esta idea, otras investigaciones sugieren que la constante abrasión en los nódulos de crecimiento interrumpe el tejido de los brotes, de manera que se hacen incapaces de continuar creciendo lateralmente. Se cita como referencia, por ejemplo, un estudio del australiano M. R. Jacobs. Otras teorías vinculan el fenómeno a la luz y a los fotorreceptores, apuntando que las plantas son capaces de percibir la proximidad de sus vecinas y cesar de crecer cuando se acercan al adyacente debido a la sombra inducida. Fagáceas, pináceas o mirtáceas semejan más proclives a estas «fisuras de timidez».

ANA GARCÍA

Algo excepcional en la forma de comportamiento de las especies

Aunque basta con teclear en Google «timidez de los árboles» para que aparezcan muchísimas entradas vinculadas a este fenómeno, lo cierto es que profesionales del ramo consultados no lo consideran para nada algo común. Más bien excepcional. Varios ingenieros agrónomos preguntados al respecto, apuntaron no conocer este comportamiento y algunos lo reseñan, efectivamente, como «tema mediático», aunque sin una evidencia científica clara al respecto y, quizás, vinculado a un tema de control alelopático.

«Non é un fenómeno tan habitual como nos poida parecer, é máis ben anecdótico», reseña por ejemplo Adrián García, docente en la Escuela de Formación Agraria Fonteboa de Coristanco. Tras ver las imágenes puso más atención en las masas de árboles a su alrededor e indica que lo normal es que se solapen hojas y ramajes. De hecho, explica que en los bosques uno de los mayores factores limitantes es la falta de luz, precisamente por el entramado que crean las copas de los árboles entre sí: «Superpóñense, trábanse, engánchanse unhas pólas nas outras». Bien, parece pues que los tímidos, de serlo, son minoría.