Diez años del devastador incendio de A Barca

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

XESÚ BÚA

Una década después, en Muxía siguen esperando por un nuevo retablo y por la recuperación del trozo de Pedra de Abalar que se desgajó días después del incendio

24 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Unos años antes de que el incendio de Notre Dame acaparase las portadas de medio mundo, Muxía ya sentaba un triste precedente con la destrucción de su mayor símbolo, su emblema y buque insignia: el santuario de A Barca. Fue la mañana de Navidad de 2013, cuando un devastador fuego causado por un rayo acabó con la cubierta del templo y causó estragos en el interior, reduciendo a cenizas el icónico retablo barroco de Miguel de Romay y otras piezas de incalculable valor artístico, religioso y emocional. Una puñalada directa al corazón de los muxiáns, que solo encontraron consuelo en la salvación de la talla original de la virgen al estar guardada a buen recaudo fuera del recinto.

Y si el fuego arruinó A Barca el día del nacimiento de Jesús, trece días después, los mismos que tardaron los Reyes Magos en llegar a Belén, el agua se adentró en el santuario dejando un reguero de destrucción y partiendo la Pedra de Abalar, otro de los símbolos de un pueblo que todavía trataba de digerir lo sucedido el 25.

«Unha desgraza así non a tiven na vida», decía un tiempo después el veterano párroco Manuel Liñeiro, que aún ayer, desde su descanso en tierras andaluzas, recordaba con pesar lo sucedido en diciembre del 2013. Con pesar, pero también con un cierto hilo de esperanza, pues un proyecto que lleva años enquistado podría encarar un nuevo rumbo más pronto que tarde.

Se trata de la construcción del nuevo retablo. Tras el incendio se colocó en el altar mayor una enorme lona con una fotografía que Xesús Búa hizo de la pieza original, que se remontaba al primer tercio del siglo XVIII y que era la principal joya escultórica del templo. En 2020 hubo un encendido debate social sobre si se debería replicar o no la obra de Romay, pero en todo caso el proyecto se enquistó principalmente por dificultades con el Arzobispado. Abierta una nueva etapa dentro de la institución religiosa, Liñeiro, que en escasos días cumplirá 95 años, cree que por fin podrá hacer realidad su deseo de retirarse con un nuevo retablo en el santuario.

Avanza que la idea es que ni sea una obra nueva ni una réplica exacta, sino un concepto intermedio en el que se respete la iconografía original. «Pronto teremos unha nova reunión para tratar o asunto», explica el sacerdote, que añade que el encargo seguramente se le hará al alicantino Julián del Olmo, profesional «moi recoñecido, mesmo a nivel internacional».

BASILIO BELLO

Será la más aclamada, pero la del retablo no es ni mucho menos la única asignatura pendiente con el santuario y su entorno, ya que el trozo de la Pedra de Abalar desgajado en 2014 sigue yaciendo en el atrio de la iglesia sin planes aparentes para su recuperación y con el único propósito de servir de asiento a fieles, peregrinos o visitantes. «Envióuselle a Patrimonio unha proposta, pero a día de hoxe non temos resposta», comentó ayer el alcalde, Iago Toba.

Tampoco se le ha puesto solución a los problemas de humedades que hay en el interior del templo. El revestimiento provisional que se colocó hace años, dice Toba, se cae a pedazos y a plena vista, pero por el momento no se ha avanzado ni se ha cumplido con el compromiso «de colocar un recebo definitivo».

Las obras de recuperación costaron entonces más de 750.000 euros, aunque la restauración generó un fuerte descontento entre los fieles al no considerarla «digna» de un emblema como A Barca. El pararrayos que se colocó poco después del incendio también dio problemas, y de hecho estuvo roto varios meses hasta que en enero de 2022 se sustituyó por otro de hierro galvanizado que, al menos por el momento, parece aguantar el tirón.

ANA GARCÍA

Mucho por hacer todavía, reconoce Toba, incluyendo la segunda fase de un proyecto municipal de iluminación exterior y señalización. Proyecto valorado en más de 150.000 euros que está incluido en el POS provincial y que está pendiente de unas modificaciones para ser retomado.

Un recuerdo del desastre, a través de la mirada y la lente del fotógrafo Xesús Búa

Innumerables medios de comunicación se acercaron aquella Navidad de 2013 a Muxía, pero fue el fotógrafo Xesús Búa el primero en capturar el desastre. Así lo recordó estos días en Radio Voz: «Oímos un estrondo, marchou a luz, e mentres me estaba preparando para cubrir outro acto, chamáronme para avisarme. Eu pensaba que sería pouca cousa, pero ao chegar alí foi como se explotase unha parte da nosa alma», contó Búa, que desde ayer tiene en su estudio una exposición con «doce fotos máis unha» sobre lo sucedido entonces, tanto suyas como de sus hijos, Teresa y Lois.

FOTO LOLAS

Invita a todo el que lo desee a pasarse por allí, de lunes a viernes de 10.00 a 13.30 horas, para ver esta muestra, que seguirá creciendo en un futuro. «Que sirva para recordar e para reivindicar ese retablo polo que aínda estamos esperando», lamentó el fotógrafo, que a la hora de destacar una imagen de las muchas que sacó, recuerda la del párroco con la talla original de la Virgen. «Para probar que non ardera, sacámoslle unha foto con don Manuel, pero tivo que ser nun lugar que non se identificase», rememoró en Radio Voz.