Mucho hormigón y casas deshabitadas en Corme

m. rodríguez CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCÍA

CÓMO CAMBIÓ TU PUEBLO | La fachada marítima empezó a mudar a mediados del pasado siglo

28 ene 2024 . Actualizado a las 20:36 h.

Las calles del casco urbano de Corme Porto son pasado, presente y futuro. Antiguas construcciones conviven con otras de reciente creación y muy pocas rehabilitadas. Es una mezcla extraña en el sentido de que numerosos elementos destacados no tienen el lugar o la conservación que debieran. Es el caso de arcos, cruceiros, hórreos y mismo edificaciones enteras de piedra.

El mejor ejemplo en este sentido es la casa del almirante Mourelle (1750-1820), que sigue en ruinas, a la espera de una actuación milagrosa. En su parte alta conserva un escudo.

Hubo cruces que fueron salvadas, pero con ciertas prácticas vinculadas al feísmo. Ahora lucen introducidas en las fachadas de las viviendas. Otros ejemplos se encuentran como un hórreo rodeado de un muro de cemento.

Más cruceiros o la fuente del centro también sufrieron efectos negativos al ser rotos como consecuencia del roce de vehículos, pero fueron restaurados.

Los váteres en las terrazas de las viviendas son otra particularidad de antaño que resiste en esta villa de Ponteceso. Aún son visibles numerosos ejemplos.

Así, el principal cambio en Corme Porto radica en la fachada marítima. Si antes las traíñas y los veleros atracaban sobre la propia arena, desde mediados del siglo pasado el hormigón empezó a impregnarlo todo.

Corme fue de los puertos más destacados en exportación de madera y tuvo gran importancia en el cabotaje. Llegó a haber varias fábricas de salazón y secaderos de congrio. Una industria de conservas aún persiste, en malas condiciones, eso sí, en el pueblo.

Empezó a construirse el muelle y el paseo marítimo, que en ambos casos serían ampliados más tarde, en el cambio de siglo, cuando también llegaron la nueva lonja, desde hace años, inactiva; la construcción de casetas para los armadores y mejoras en la Praza da Ribeira. La prolongación del dique con las otras obras superó los dos millones de euros. Los pantalanes son más recientes.

«O cambio máis grande é que o pobo está baleiro de xente. Nunca tan poucos fomos como ata agora. Non hai traballo nin un plan de futuro», dice el polifacético Suso Lista, de Corme. De ahí que haya muchas casas deshabitadas. Él considera que sería importante «respectar o noso. Soamente iso. Temos camiños de pedra impresionantes, petróglifos».

Las antiguas escuelas fueron demolidas en 1998. El colegio As Forcadas, que el pasado año celebró el 50 aniversario, fue ampliado en 1990.

En el paseo marítimo, hay ahora algún gran bloque de pisos. En primera línea de la playa de Osmo, también en el acceso al casco urbano, se levantó a principios del presente siglo una de las mayores urbanizaciones de la Costa da Morte, que después fue azotada por el estallido de la crisis.

Una villa plagada de símbolos ligados a su tradición marinera

En Corme están orgullosos de su tradición marinera. Y si a principios de los 90 ya celebraban la Festa do Percebe, tras la entrada en los años 2000, empezó a homenajearse al mar y a todo lo que lo rodea en esta villa con numerosos símbolos que a día de hoy se pueden recorrer uno a uno. El primero fue el monumento al percebeiro, en la carretera que lleva al cabo de O Roncudo. Le siguió el busto en recuerdo al almirante Antonio Mourelle de la Rúa, en pleno centro, mirando al puerto. A escasos metros se sitúa la escultura que lleva por nombre Ángel protector, que honra a la Cruz Roja. En el mismo paseo, se encuentra la obra que da testigo de los que dicen ser los mejores percebes del mundo. Esta última fue renovada.

ANA GARCÍA

Una de las últimas grandes aportaciones fue el Museo de Arte Contemporánea Costa da Morte (MACCMO), en homenaje al pintor Julio Pujales, aunque aúna creaciones de procedencias internacionales. Es la gran joya de Corme.

Otras instalaciones de las que dispone el pueblo son el pabellón y el campo de fútbol O Cairo, a las que se le suma una nueva área de autocaravanas.