Elena Brozos: «Decidí ser oncóloga cuando me diagnosticaron el cáncer ya con nueve años»
CARBALLO
«La amputación en la pierna conllevó para mí empezar a nadar», cuenta la deportista, que participará en la Travesía Costa de Malpica
10 ago 2024 . Actualizado a las 15:08 h.Elena María Brozos Vázquez pone al público de pie cada vez que cruza la meta de las travesías a nado del circuito Costa. Lo hizo en Fisterra el pasado 28 de julio y volverá a repetir experiencia en Malpica mañana. Ya el año pasado concursó en Balarés y O Ézaro.
Nacida en Pontedeume (1982) y criada en Mugardos, le tocó enfrentarse a un cáncer, el sarcoma de Ewing, con tan solo 9 años. Cuando se lo diagnosticaron en la tibia, lo tenía ya bastante extendido, recuerda. Pasó varias veces por quirófano, recibió quimioterapia y radio... El tratamiento le hizo efecto y los médicos lograron erradicar el tumor, pero luego vinieron las secuelas. Así, esta residente de Santiago, donde ya lleva asentada hace mucho, dedicó 12 años de su vida a afrontar la enfermedad y sus efectos.
La amputación parcial de la pierna derecha fue la solución. Pero ese episodio no lo recuerda como un desenlace fatal, sino como el principio de algo «muy bonito»: «La amputación en la pierna conllevó para mí empezar a nadar», explica.
Desconocía lo que era desplazarse en el agua hasta ese momento. «Estuve tan enferma, sin poder hacer actividad física y vida normal, que a partir de ese instante se abrieron horizontes, posibilidades. La natación era una opción y fue la elegida. Mis amigas me regalaron un gorro, unas gafas, un bañador y una chancla. A los pocos años, empecé a competir», rememora.
Integra el Club de Natación Ciudad de Santiago, donde es «una más» en el equipo. Allí, su entrenador, José Rioseco, la prepara con ejercicios especializados para fortalecer el tren superior. Cuando llega la época de las travesías, Elena disfruta: «Me gusta nadar. Me lo tomo como algo personal, medirme contra mí misma. Hacerlo en el mar es una sensación única. Me ofrece muchísima paz y tranquilidad, me hace muy feliz», sostiene.
Deporte para sus pacientes
El cáncer marcó la vida de Elena en todos los sentidos, también en el laboral, pues desde el mismo instante en el que le dieron el diagnóstico, siendo apenas una niña, tuvo claro que quería ser oncóloga: «Me vi en la necesidad de devolver a la sociedad todo lo que esta había hecho por mí. Quise dedicarme a luchar contra una enfermedad tan común, tratar pacientes, investigar...», cuenta. Actualmente, atiende en el Chuac. Está especializada en los tumores digestivos y neuroendocrinos. Antes trabajó en el Clínico santiagués. Pese a la dura infancia y juventud vividas, siempre tuvo su objetivo claro y se esforzó para entrar en Medicina y especializarse en Oncología. Y lo logró a la primera: «No perdí ningún año de estudio. Quería normalizar mi situación. Estudiaba en casa, tuve mucho apoyo en el colegio y en el instituto».
Esta mugardesa de corazón sigue recogiendo sus frutos y ya suma numerosos reconocimientos a su labor. El último, este mismo verano por una investigación de biopsia líquida en cáncer de páncreas. Lo recibió en el Congreso europeo de páncreas. Durante su etapa en el Clínico, también fue premiada con su equipo por el manejo del dolor irruptivo en pacientes de oncología, la mayoría con cánceres avanzados. Otro reconocimiento se llevó en el campo de la trombosis asociada al cáncer.
Lo cierto es que, en base a su experiencia propia, la oncóloga recomienda hacer deporte a sus pacientes: «El ejercicio físico es fundamental en la vida desde pequeños. Y en el cáncer ayuda a llevar mejor el tratamiento en general. Estoy contenta porque cada vez la sociedad está más implicada en la actividad deportiva», defiende.
Elena se estrenó en la travesía corta de Fisterra y lo hará también en la de Malpica. Y cuenta con repetir en O Ézaro. «Toda la Costa da Morte me parece un enclave paisajístico muy bonito. Siempre que se hace una travesía trato de apuntarme precisamente para conocer los pueblos que tiene Galicia. Fisterra me gustó mucho», comenta. Entró sexta en la clasificación general femenina. Para quitarse el sombrero. Su marido Pablo también es nadador. En la entrada en meta del tercer clasificado absoluto del trayecto corto, mostró respeto a Rubén Baldomar, al que le costó un poco más parar el crono tras sufrir una grave enfermedad en el pasado. Un gesto que no siempre ocurre. Elena lo sabe bien, aunque tampoco se lo toma a mal, ya que como ella dice, «a veces tampoco se hace con maldad». «La sociedad me ha dado muchas más alegrías que penas», afirma en este sentido.
«La discapacidad es una anécdota en mi vida, porque mi vida es mucho más que una amputación en la pierna. No es fácil porque te levantas cada día sin ella», dice. Sobre la inclusión de las personas con movilidad reducida en la sociedad destaca que cada vez hay «más concienciación a todos los niveles: psicológico, social, laboral, barreras arquitectónicas...». «Quiero recalcar que no es fácil conseguir trabajo si eres discapacitado, y que asumes gastos económicos mayores a la población en general, de modo que me parece importante que haya una consideración especial para estas personas», zanja.