La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) había alertado de una severa tormenta geomagnética, que ha permitido ver este espectáculo lumínico en latitudes bajas
11 oct 2024 . Actualizado a las 13:27 h.El sol está registrando en esta primera quincena de octubre varias potentes erupciones que están dejando ver imágenes insólitas en el cielo, auroras boreales que han sido visibles por todo el planeta, y también en Galicia. El pasado 1 de octubre, el astro registró la segunda erupción más potente del presente ciclo solar en once años, que comenzó en el 2019. Según Spaceweather.com, esta eyección de masa coronal solo queda por detrás de la enorme llamarada X 8,7 del 14 de mayo, en un contexto de actividad solar creciente cuyo punto álgido se producirá en el 2025. Estos fenómenos provocan que las auroras boreales sean visibles en latitudes bajas.
Cuando ocurren estas tormentas, el campo magnético de la Tierra sufre una sacudida que puede afectar no solo a las auroras, sino también a los sistemas de navegación, las redes eléctricas e incluso las comunicaciones por satélite. Cuanto más poderosa sea la tormenta, mayor será el número en la escala de tormentas geomagnéticas y más dramáticos serán los efectos.
La pasada noche, este fenómeno fue perfectamente visible en la Costa da Morte: desde el Cabo de San Adrián, con las Islas Sisargas al fondo, se pudo captar además una estrella fugaz, perteneciente a las Dracónidas, lluvia de meteoros que es visible en el hemisferio norte estos días; aunque su momento de mayor esplendor fue el pasado martes, ese día no pudieron verse en Galicia debido a las nubes.
«Casi no dormí, pero mereció la pena»
En A Coruña, el presidente de la Agrupación Astronómica ÍO, Óscar Blanco Varela, pudo captar el fenómeno. «Sobre las nueve de la noche me fui hasta Baldaio, donde hay bastante oscuridad, y pude verla. Se percibía a simple vista, pero se nubló y volví para casa», relata. La meteorología se puso de su parte y, poco después, desde la ventana de su casa de Riazor observó con claridad la aurora boreal.
«No lo dudé. Salí hacia la zona de O Portiño y, aunque por allí hay mucha contaminación lumínica, me metí en el acantilado y pude hacer fotos y un vídeo de la aurora boreal con las islas de San Pedro de fondo», explica. «En las fotos, al haber mayor exposición, los colores se ven más marcados, pero en el vídeo se capta de un modo más natural y se veían perfectamente tanto el tono rojizo y como las cortinas que se generan», añade satisfecho.
Enmarca el momento de mayor actividad entre la 1.30 y las 3.30 horas y, durante esas dos horas, se centró en intentar captar la aurora boreal en su máximo esplendor. «El sol está en un momento de máxima actividad. Había una alerta porque se había detectado una eyección de masa coronal. Hay un montón de satélites y observatorios que nos permiten anticipar su presencia, pero no sabes hasta qué punto se podrán ver», explica con una voz cansada. «Llegué a casa sobre las cuatro de la mañana y cuando me desperté tenía cientos de mensajes. Casi no dormí, pero mereció la pena», añade.
Tormenta geomagnética de mayo
Precisamente, el pasado mayo se dieron también las condiciones geomagnéticas que propiciaron el tintado rosáceo de los cielos en lugares no tan habituales, como pueden ser los países nórdicos. Entre los días 10 y 12 de más, la tormenta geomagnética más poderosa que experimentó la Tierra en más de dos décadas propició el mayor episodio de auroras boreales desde la Guerra Civil.
Este episodio fue el resultado de al menos cinco tormentas solares que golpearon de manera simultanea al planeta Tierra, todas originadas en una mancha solar conocida como región activa 3664 (también llamada AR3664 y AR13664). Esta mancha oscura en el Sol es de un tamaño quince veces mayor a la Tierra, según recoge el portal Live Science.
Se dio la coincidencia además de que las tormentas solares registradas entre el 10 y el 12 de mayo ocurrieron poco después de la luna nueva, lo que facilitó la visión de las auroras, incluso de aquellas más débiles.
Las auroras se producen cuando las partículas procedentes del Sol son atraídas por el campo magnético de la Tierra que por su diseño natural desplaza esas partículas hacia los polos. Cuando interactúan con los átomos y moléculas de la atmósfera se genera una energía que se traduce en luz y que puede verse desde el suelo.
Pueden adquirir varios colores en función de las propiedades y la altura. Esta pasada madrugada en Galicia se vieron sobre de color rojo. Esto se debe principalmente a átomos de oxígeno que son excitados en niveles muy altos de la atmósfera, por encima de los 300 kilómetros, al entrar en contacto con partículas muy energéticas.