Raimundo Cousillas, de Neaño: «Souben que me chamaba Ramón cando xa tiña uns dez ou doce anos»
CABANA DE BERGANTIÑOS
Personas con historia | En su día marino trotamundos y empresario, es también poeta, músico y regueifeiro
08 jul 2021 . Actualizado a las 14:01 h.Los 84 años y seis meses de Raimundo Cousillas Baña, vecino de Neaño, Cabana, darían para largo y tendido. Este hombre cuya vida marcaron y marcan las mareas, «porque o deporte da pesca é aínda hoxe o que máis me gusta», fue uno de ocho hermanos en tiempos duros, pero alegres: «Xogabamos ao fútbol cun trapo envolto, levabamos coteladas nos pés e os dedos sangraban, pero daquela non había bullying nin nada».Hoy bien podría ser él el protagonista de aquellas noches que evoca, «nas que os vellos contaban aventuras das súas ao redor da larada», porque avatares, a este marino, empresario, emprendedor y hasta regueifeiro, poeta y músico, no le han faltado.
Desde niño se recuerda ayudando a su padre en la ría de Cabana, en una época donde la madera todavía salía en barcos desde el puerto de Corme. Aquella motora familiar fue su primer contacto con un mar y una pesca que ya nunca abandonó, ya fuese la de altura o en la mercante, después de pasar por el servicio militar. Raimundo, que se formó en mecánica naval con respaldo y esfuerzo del hogar, «mal como podían», dice que su trabajo a bordo «non era duro»: «Os de máquinas iamos doutra forma, tiñamos camarote, cama... A mercante para min foi un paseo, para ver e coñecer».
El amor, en tierras lejanas
Recorrió buena parte del mundo («todo non, que é moi grande») y muchos países pisó, aunque si tiene que quedarse con uno especial, dice, sería Perú, donde residió unos ocho años, después de bajarse de un petrolero: «De Perú trouxen para aquí á miña muller e aos nosos dous fillos, xa con cinco e tres anos». Doris Isabel, aunque nacida en Perú, es china, y Raimundo no puede dejar de sonreír al recordar cómo, al poco de llegar a Cabana, cuando hicieron un viaje en bus y pasaron por Carballo, la gente se arremolinaba «para ver aquela persoa que lles parecía doutro mundo, porque nunca tal cousa viran». «Doris debeu de ser a primeira china en Galicia», dice.
Algo inusual, desde luego. Su trabajo serio en Perú, ya fue en un astillero, en un ultramarinos al por mayor o con un remolcador en el puerto de Pisco, fue clave para que toda la familia de ella, tras reunirse, les diesen «o si», indispensable, según las tradiciones chinas, para que pudiesen casarse, y más teniendo en cuenta que eran de orígenes tan diferentes: «Chinos e españois non casaban entre si».
El matrimonio dura ya más de 50 años: «Lévolle nove, ela ten agora 75 e, se nos poñemos de par, ben que se notan. Ademais, a raza china non é de engordar e eu...», bromea Cousillas. Llamaron a sus hijos Rafael y Raimundo y es al mencionarlo cuando este cabanés desvela que en realidad él se llama Ramón: «Nacín o 9 de febreiro do 37, inscribíronme o 13 e aínda que meus pais querían Raimundo, meu padriño quería poñerme Ramón. Dixo que, doutra forma, non me bautizaba, así que meus pais dixéronlle que me puxera como quixera, que eles xa me chamarían Raimundo. E así foi. Souben que me chamaba Ramón cando xa tiña uns dez ou doce anos». En todo caso, eso es en el DNI, porque en la vida es Raimundo, hijo de la poeta popular María Baña y hermano de Fina Cousillas, que viene de publicar la obra Poemas.
La imposición de un gobierno militar en Perú hizo que Cousillas tuviese que dejar el país en barco, casi huyendo: «De alí, a Alemaña e, despois, España. En Perú, con aquel goberno, sacábanche todo, tiven que pagar un millón para poder saír. Vendemos a casa, todo regalado. A moitos matáronnos a tiros». Era el 73 o el 74. Su mujer logró el permiso para viajar, y empezaron otra nueva vida aquí: «O que foi xa foi e nunca tiven problema en comezar de cero. Son unha persoa optimista».
Delante del hotel Monte Branco tuvo un bar, A Cabana do Andante; también impulsó un proyecto de «lanchas» en Laxe para «pasear» y regentó una empresa de áridos en Ponteceso: «Loitei a vida, pero non me queixo de nada». Hasta hizo sus pinitos como regueifeiro, con otros referentes de Bergantiños. Llegó a la televisión o a citas de renombre como la que se celebraba en A Baña, «e ata gañei a boneca». Pero a Raimundo le gustaba ir una o dos veces, «non estar amarrado, pendente de cando te chamasen». No era lo suyo, concluye. ¡Anda que no tiene él para buenas laradas!
Una guitarra que siempre llevó consigo embarcado
La música siempre ha estado presente en la vida de Raimundo, que tiene tres nietos y visita con frecuencia las Canarias, donde está su hijo mayor. A sus más de ochenta años compuso hasta tres canciones en plena pandemia, y siempre le ha «pegado» a la guitarra, «pero non a nivel profesional, senón, como se soe dicir, para arranxo da casa». Nunca la dejó quedar cundo embarcaba, tampoco en ese buque en el que solo aguantó tres campañas: «Trinta homes a bordo, saiamos da Coruña e xa che lavaban o cerebro. Ata que non se enchese de peixe, dúas mil toneladas, non se pisaba terra, nin se daba aviso se morrías ou che morría alguén. Aquilo si que era duro [vio enloquecer a un amigo], pero a profesión chamaba, era así».
«A vida», dice Cousillas Baña cuando habla de eso y de lo que le costó a su mujer adaptarse a Galicia, por el salto a otro tiempo, incluso a otro mundo y a un clima opuesto. También a otro idioma, el gallego, que aprendió. «En Perú levaba ela toda a vida estudando, tiña os amigos, a súa familia, pudiente, os irmáns todos estudando tamén...»: priorizó el matrimonio, trabajando a pie de Raimundo en todas sus iniciativas, y el cuidado de los hijos. «Doado non lle foi, eu botaba a dez e once meses fóra da casa, embarcado», valora este hombre al que, a pesar de que «aprendía moi rápido», no le «levaba idea» ir a la escuela de pequeño: «Marchaba para a praia». Trabajó siempre. Recuerda bien una casa en la que ayudaba de niño y en la que tenían «un cabalo bravo» al que a él se le ocurrió darle vino: «Desbocouse e arreboloume enriba dun tellado». Otros tiempos.
Estos actuales, de covid, los lleva Cousillas bien en el rural («nas cidades é peor»), en la huerta, viendo a los suyos «coa careta posta» y arreglando motores, neveras o lavadoras que le llevan a casa para que «traballe o cerebro». Vive el día a día. Lo recita: «El futuro está en el aire y el presente, seguro».