Camariñas y Muxía aguantan en un contexto general de destrucción de empleo
06 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.No es ni mucho menos para tirar cohetes porque el contexto generalizado sigue apuntando al desguace y la destrucción de empleo, pero dentro de ese panorama negro, se empieza a atisbar algún brote verde en forma de nuevos barcos -en realidad embarcaciones usadas que proceden de otros puertos generalmente-, pero que se han incorporado a la flota de la Costa da Morte.
El mayor exponente es, sin duda es Camariñas, a donde en los últimos años llegaron el Cuarto Cabo Naval, el Río Bao Uno, el Apóstol, el Cupido, el Pedra do Mar y más recientemente el Viana Novo o el Cacheira Segundo, entre otros, hasta el punto de que la camariñana ya es la segunda flota más numerosa de la zona, con unas 75 unidades, a muy poca distancia de la de Fisterra. Además, en buena medida se trata de cerqueros de un porte considerable que, en algunos casos, se mueven en precios próximos al medio millón de euros. Destaca especialmente que al frente de varios de ellos se encuentren armadores que se mueven en la treintena, lo que da una idea de la vitalidad y el futuro que tiene el sector en el pueblo.
Sin embargo, aunque en menor medida, en todos los puertos se está moviendo algo. Así, por ejemplo, Malpica tiene en el Novo Castelao el único ejemplo de construido totalmente nuevo en la zona para el armador José Barizo Chouciño, de una familia en la que todos se dedican al mar. A Laxe, aunque con propietarios de Corme, también ha llegado el Sarita y en Fisterra Gustavo Fábregas ha tomado el testigo de José, su padre, con la incorporación del Siempre Airiños, procedente de Celeiro, mientras que Julio Suárez ha sumado a la flota de la zona el Odala, en sustitución de una embarcación anterior.
El último impulso lo acaba de dar Muxía y concretamente la familia Castro, integrada por 12 hermanos entre los que la mitad de ellos viven directamente del mar. Su última adquisición y tercer palangrero de su flota es el Nuevo Brisas procedente de Celeiro y que emplea a un total de nueve hombres.
Pronto se le sumará también el Carminchin, procedente de Francia y propiedad del armador Manuel Fandiño, el portavoz del PP en el localidad, que está ahora con los trámites para su puesta en servicio.
Según explica la armadora Barca Castro, que como es natural está ilusionada con la nueva compra, el contexto no es ni mucho menos de facilidades y aunque en Muxía tienen una decena de barcos más o menos grandes llegaron a ser más del doble. «A única axuda que temos é ir ao banco e que a Virxe da Barca se acorde de ti e che dean o crédito», señala la mujer que, además, apunta otra realidad derivada del éxodo migratorio y el bum ya pasado de la construcción: «Tampouco atopas moita xente aquí para traballar. Nós temos xa dous indonesios por barco».