Atractivos a los que en la Costa da Morte se accede gratis son de pago en media Europa
CAMARIÑAS
Las iniciativas para que los servicios turísticos se autofinancien son casi nulas
31 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Camariñas tiene una ordenanza para el cobro simbólico en el Museo de Man y en el del Encaixe, en Fisterra hay que pagar entrada en el de la Pesca y ahora las visitas guiadas a la iglesia de Moraime también son de pago. A partir de ahí, poco más, la inmensa mayoría de los atractivos patrimoniales de la Costa da Morte, algunos de la entidad de los faros o las fortalezas medievales, no suponen un solo euro de ingresos directos para financiar su conservación y que se puedan mostrar al público en condiciones, cuando la norma en todos los países avanzados de Europa es la contraria. Además, pese a que, en algunos como Francia o Gran Bretaña existe un sistema de voluntariado mucho mejor desarrollado -el de aquí es prácticamente nulo a estos efectos- en los que, por ejemplo, los museos sectoriales de los oficios generalmente están atendidos por jubilados de esa misma profesión.
Uno de los ejemplos más claros, que salió a colación recientemente en unas jornadas en Laxe es el de la Calzada del Gigante, en Belfast (Irlanda del Norte). Una formación basáltica costera en la que la visita cuesta 11,50 libras, casi unos 13 euros cal cambio, cuando los Penedos de Pasarela y Traba -según los expertos bastante más singulares como formación geológica- no suponen ni un solo céntimo en ingresos y, además, apenas son accesibles por la falta de señalización y de desbroce de la maleza.
«Ti pos un pé fóra da Costa da Morte e tés que pagar por todo», señala hace unos días el alcalde de Muxía, Félix Porto, durante una presentación cultural en la que le comentaron que se había formado cierta polémica porque se cobre entrada en la iglesia de Moraime. Por lo visto hubo algunas personas que pusieron el grito en el cielo, al parecer porque la primera cantidad les parecía excesiva, y sacaron a relucir, tanto que se trataba de una propiedad de la iglesia, como que los frescos se habían rehabilitado con dinero público. Verlos, con guía, de lunes a sábado entre las 10.00 y las 18.00 horas cuesta cuatro euros por persona, y los domingos existen hasta cuatro turnos entre las 13.00 y las 16.00 horas para acceder de manera gratuita. Tampoco pagan los huéspedes del Hostel Monasterio de Moraime, que es el que ofrece el servicio de visitas con personal propio.
Debate abierto
En general el debate sobre la necesidad de cobrar las visitas para que los bienes patrimoniales se autofinancien está abierto. El alcalde de Fisterra, José Marcote, hace tiempo que viene defendiendo este tipo de ingresos a distintos niveles porque concellos como el suyo soportan numerosas cargas extra por una actividad turística que repercute en los negocios particulares, pero no deja ingresos en las arcas públicas para financiar servicios.
Ahora el asunto más actual a este respecto es el del Castillo de Vimianzo, aunque, cabe aclararlo, no existe ninguna iniciativa inmediata para cobrar entrada pese a las múltiples actividades desarrolladas y eso que supone gastos importantes, porque incluso se ha convertido en parada fija de los buses turísticos para que los pasajeros tengan un baño accesible. El alcalde, Manuel Antelo, dentro del esbozo que hizo hace unos días del plan de futuro para el Castillo apuntó a la posibilidad de establecer algún negocio hostelero singular que contribuya a financiar el mantenimiento del bien y su acceso al público. Incluso en el último pleno, la concejala del PSOE, Paula Mouzo, le recordó que ella ya le había propuesto, el 2 de abril del 2016, crear una ordenanza «para poñerlle valor ás visitas», que parece que debe ser una solución a futuro en la comarca.
«Ao cliente hai que darlle de todo e coa máxima calidade, pero hai que cobrarllo»
Jesús Picallo lo tiene claro: «Ao cliente hai que darlle todo; se se quere levantar as catro da tarde, que se levante, se quere almorzar a unha, tamén, e se quere traer o canciño, igual. Hai que darlle todos os servizos e coa máxima calidade, pero, agora ben, hai que cobrarllos. Isto, digamos, dende a óptica dun hotel, pero cos bens patrimoniais, que temos moitos, funcione exactamente igual. Isto é que ocorre en todos os sitios de Europa. Os que tivemos ocasión de viaxar algo polo mundo vémolo ben. É que así, con isto de non cobrar, nin tan sequera nos valoran o que temos», concluye el empresario, para quien las claves de futuro son evidentes: pasan por una apuesta decidida por la calidad y eso implica poder financiarla.
«O que non é normal é o que estamos facendo aquí de todo gratis»
El presidente de APTCM, Pablo Canosa, considera que «temos que copiar doutros destinos, porque vas por aí fóra e cóbranche por todo, o que non é normal é o que estamos facendo aquí de todo gratis». A su juicio ya no es solo una cuestión económica en sentido estricto, porque «o todo gratis non se valora», con lo que cree que, cuando menos, las visitas a los sitios de interés deben «axudar a sufragar os gastos, para facelo minimamente sostible. Non se pode estar continuamente dependendo dos cartos públicos ou das subvencións que poida vir, porque a xente, altruistamente, tamén acaba por cansarse», señala el hostelero, para quien resulta más que oportuno abrir este debate en la Costa da Morte.