Varios vecinos de Camariñas fueron asesinados por defender la democracia

Luis Lamela

CAMARIÑAS

Ramón Carballo Tajes, en una imagen cedida a Luis Lamela por la familia
Ramón Carballo Tajes, en una imagen cedida a Luis Lamela por la familia

GALICIA OSCURA, FINISTERRE VIVO  | Crónica de Luis Lamela | Las historias de Ramón Carballo Tajes y de Pacífico Constante Campa Santos

17 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los miembros del Sindicato de Oficios Varios de A Ponte do Porto, afecto a la UGT socialista, que se opusieron al golpe de Estado de los militares en julio de 1936, fueron calificados el 30 de diciembre por el fiscal Hernán Martín-Barbadillo, de «…elementos indeseables que pretendieron oponerse al movimiento militar, rescatado del deber que sobre sí recaía de salvar la Patria de la tiranía marxista y demás elementos del Frente Popular que la venía escarneciendo, hasta colocarla en situación agónica y a punto de desaparecer para confundirse con los designios de otros países que la anhelaban para utilizarla en una campaña mundial para destruir la civilización occidental»... «En esta situación anárquica transcurrían los días en esta comarca», la del partido judicial de Corcubión, «donde ya eran conocedores de la existencia del movimiento nacionalista, pero lo que al entender de los dirigentes no era obstáculo para llevar a cabo sus criminales deseos, con el vivísimo propósito de hacer abortar el movimiento»… En fin, repetimos: «Con el vivísimo propósito de hacer abortar el movimiento» militar y defender la democracia republicana, y que la mayoría de los españoles se habían dado en las urnas el 16 de febrero de 1936.

Según un atestado de la Guardia Civil, el calificado como Comité revolucionario de A Ponte do Porto cometió varios hechos delictivos: requisó armas, automóviles, dinamita, aparatos de radio, interceptó carreteras y cortó líneas de comunicación. Y en esa situación calificada de «anárquica» por los militares facciosos, los obreros y sindicalistas de Camariñas y Vimianzo no fusilaron ni pasearon, ni tampoco encerraron en prisión a nadie, e intentaron mantener en lo posible el orden público en tanto la Guardia Civil de la demarcación de Corcubión se inhibía, primero encerrándose en sus cuarteles, e inmediatamente sumándose a los que se sublevaron. Hay que aclarar de una vez por todas, ante afirmaciones erróneas, que el Sindicato de Oficios Varios, de A Ponte do Porto, estaba afecto a la UGT socialista y no a la CNT anarquista, aunque algunos de miembros pudiesen identificarse con la línea del narcosindicalismo.

Detenidos varios miembros del sindicato, fueron acusados de formar parte del denominado Comité Revolucionario. Y llegó la sentencia del 24 de febrero de 1937: «Fallamos que debemos condenar y condenamos a los procesados Andrés García Ferreiro y Ramón Carballo Tajes a la pena de muerte; a los procesados Ventura Andújar Méndez, Manuel Mouzo Mouzo, Pacífico Constante Campa Santos y Gumersindo Lema a la de reclusión perpetua, con las accesorias de interdicción civil durante la condena e inhabilitación absoluta»…

Y los dos primeros fueron fusilados el 15 de marzo de 1937 en A Coruña, mientras que Pacífico Campa Santos, Gumersindo Lema y Manuel Mouzo Mouzo ingresaron en la Fortaleza de San Cristóbal, en Pamplona, el 13 de junio de 1937, y Ventura Andújar Méndez al día siguiente, 14 de junio de 1937.

Entregados

Uno de los dirigentes del Sindicato que resultó fusilado en A Coruña fue Ramón Carballo Tajes, un viajante de comercio que participó en la requisa de coches y armas con el objetivo de oponerse a los militares sublevados. Fue acusado de obligar al vecino Salvador Lamela, a que le entregase el recibo de la pistola que había depositado en el cuartel de la Guardia Civil, acusándole a continuación de coaccionar para escribir una carta que él mismo le dictó, a fin de recuperar el arma en el cuartel de la Benemérita.

Después de permanecer un tiempo escondido, Ramón logró huir a Portugal en una embarcación de Muxía, junto con dos compañeros más, Andrés Celestino Balsa Bello y Manuel Carracedo Balsa, pero no lograron localizar el contacto previsto y fueron detenidos por la PIDE y entregados en Tui a los franquistas.

Andrés Celestino nació en A Ponte do Porto y tenía 24 años en 1936. Estaba soltero y ejercía de secretario de la Sociedad de Oficios Varios, mientras que Carracedo, de 23 años, era directivo también del sindicato. Los tres fueron declarados en rebeldía el 22 de diciembre de 1936 y los dos últimos «paseados» en Sestás, en las inmediaciones del cementerio de A Garda el 23 de septiembre de 1936, «muertos a consecuencia de choque con fuerza armada a las 15 horas en las inmediaciones del cementerio»…, afirman las crónicas de la época, que no reflejan la realidad del «paseo».

En tanto, Ramón Carballo Tajes, que desconfió de su suerte cuando fue entregado por la PIDE portuguesa a los franquistas, en una historia de coraje y desesperación logró salvarse al intentar suicidarse cortándose las venas. No obstante, una vez restablecido fue recluido en la cárcel de Corcubión y luego, el 7 de enero de 1937, conducido a la Prisión provincial de A Coruña y condenado a muerte en consejo de guerra celebrado el 23 de febrero de aquel mismo año, sentencia cumplida a las siete horas del 15 de marzo de 1937 en Punta Herminia.

Ante el juez instructor, el 13 de enero de 1937 Ramón Carballo interesó que declarase Salvador Lamela para preguntarle «sí el procesado le conminó y si su conducta fue o no revolucionaria y que el párroco informase sobre su conducta, así como que declarase Ramón Freire y Roberto Rodríguez», aceptando el juez instructor solamente la declaración de Ramón Freire y no las restantes, dejándole indefenso y claras sus intenciones de pedir la pena de muerte.

Acta del consejo de guerra y sentencia
Acta del consejo de guerra y sentencia

Ramón Freire, industrial de A Ponte do Porto, declaró en el sumario «que antes de ocurrir los sucesos en Puente del Puerto, observaba buena conducta Ramón Carballo Tajes, no pudiendo decir la que observó durante aquellos, por estar el declarante en Cee». El 20 de enero de 1937 declaró el párroco Juan Bautista Boo Romero: «…En los sucesos ocurridos últimamente en Puente del Puerto, en que el declarante fue objeto de vejaciones, no tomó ninguna intervención Ramón Carballo, y tiene oído que procuró entre sus compañeros, alejar y destruir los propósitos que abrigaban contra el declarante, y que anteriormente a esos sucesos, la conducta del procesado fue buena en todas sus relaciones sociales, en cuanto le consta al declarante».

Con todos estos antecedentes, Ramón Carballo, sin cometer delitos de sangre de clase alguna, y solamente oponerse al golpe de Estado con medidas ordenadas desde el Gobierno civil y del Gobierno del Estado, fue condenado a muerte en el consejo de guerra al que fue sometido junto con varios de sus compañeros, fusilado en Punta Herminia y enterrado en el cementerio de San Amaro, en A Coruña, en la sepultura número 201, cuarto Departamento izquierda, fosa 6.ª.

Los restos de Constante, en una fosa común, nunca aparecieron

Por su parte, Pacífico Constante Campa Santos, Constante de Correa, nació en A Ponte do Porto el 15 de abril de 1911: hijo de Constante y de Flora, jornalero y molinero, estaba soltero. Constante fue acusado que durante los días 18 al 25 de julio de 1936 «andaba en compañía de los demás dirigentes… y formaba parte del Comité Revolucionario por lo que desplazó a la villa de Cee a dar órdenes a la Empresa de Transportes Guillén para que realizase su recorrido. Además tomó parte en los ya aludidos asaltos a las Torres de Vimianzo y la casa del Cura de Javiña»… Pronto fue detenido y el 7 de enero de 1937 fue conducido desde la cárcel de Corcubión a la Prisión Provincial de A Coruña. Ante el interrogatorio del juez instructor, efectuado el 13 de enero de 1937, Constante argumentó que se había dado de baja del sindicato dos días antes del inicio del Movimiento, y pidió que declarasen en su favor Ramón Freire y el médico Norberto Rodríguez para que informasen sobre su conducta social y política.

El 20 de enero declaró Ramón Freire: «Estando con el declarante el Campa, le pidió la baja al Presidente por llevarse mal con él, y no estar de acuerdo dos o tres días antes del Movimiento». El mismo día declaró el médico Norberto Rodríguez Buján «que le merece buen concepto social y políticamente». El 20 de enero de 1937 declaró el párroco Juan Bautista Boo Romero: «En las relaciones que ha tenido eclesiásticas con dicho sujeto, y sociales, no puede decir nada en contra de su conducta, habiéndole visto observarla siempre buena, de modo parecido a Ramón Carballo».

Pena de muerte

No obstante, Pacífico Campa, para el que el fiscal pidió la pena de muerte, fue condenado a cadena perpetua y trasladado al penal del Fuerte de San Cristóbal en Pamplona, pero fue muerto por la fuerza pública a raíz de participar en la fuga masiva del 22 de mayo de 1938. Y lo más paradójico es que, en mayo de 1941, cuando ya llevaba algunos años asesinado, le fue conmutada la pena de cadena perpetua por la de siete años de prisión mayor.

Los restos de Constante de Correa nunca aparecieron, y siguen en una ignorada fosa común, pendiente también de un reconocimiento en su municipio de origen: Camariñas.