
Además de la parrillada Olga, echó la llave O Nabo de Lugo y al Criollo ya le queda menos
13 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Es ley de vida (comercial): los restaurantes nacen, crecen, se desarrollan y desaparecen. Unos, más tiempo que otros. En Carballo, la tradición gastronómica es poderosa. Algunos clásicos se han ido para siempre, como el Bergantiños, que estuvo activo desde 1960 hasta el 2010. O la de Ginés, en la calle Coruña, donde ahora está A de Pako, precisamente el anterior y último gerente del Bergantiños. El titular de este, en Camiño Novo, no lo alquilará más: su etapa se acabó, y punto. La de Xusto, en la calle de A Saúde, también forma parte de la historia de Carballo, y su herencia siguió, más o menos y no muy lejos, con Chochi, que también forma parte del recuerdo. En la Gran Vía, la mítica Lamas (sobre todo por sus callos y bacalao) fue La de Bur, y ahora Ofelia. Un poco más abajo estaba el Chambras, también célebre por su bacalao, aunque en este caso no era exactamente un restaurante como los anteriores, sino lugares donde también se podía comer. Y nada mal. Es como el Mexillón, histórico donde los haya, lo mismo que el Bodegón, con el comedor en la parte de atrás, y donde se puede comer bajo encargo. También O Pescador, otro mítico, en la Gran Vía, tasca, bar, y bodegón asimismo con muchos comensales y una decoración (como la de O Mexillón) de las que llaman la atención.
Algunos echarán de menos As Conchas, en la Vázquez de Parga, al lado del Xabarín. Ambos son historia y en ese lugar habrá un centro comercial y aparcamiento este año. El Xabarín era otro de los eternos: abrió sus puertas en 1971, cambió de dueños en el 93, y desde hace menos de un año es un espacio vacío. Era célebre por su calidad. Lo mismo que Casa Rey, frente al Concello.
Hace unos días cerró la parrillada Olga, que el mes que viene celebraría su cuadragésimo cumpleaños. Muy cerca está la parrillada O Criollo, que también está a punto de cumplir 40 años abierto. Pero su historia es más grande, porque había nacido en Camiño Novo, frente al Casino, a dos pasos del Bergantiños. Encima tenía el hostal Allones, también desaparecido. La parrillada (de las primeras de Carballo, con Olga y el Buenos Aires aguantará un año, o como máximo, dos, hasta que los dueños se jubilen, contaba ayer la propietaria. Esa razón fue la que llevó al cierre a otro local un poco más joven, el Nabo de Lugo, en la calle Júpiter. Más joven, sí, pero no tanto: cerró con 33 años en agosto. Recordaba ayer el dueño que, cuando lo abrió, la calle terminaba justo ahí. Lo que ahora es el centro comercial y toda el área en expansión era entonces una braña. Los tiempos han cambiado mucho desde entonces. De momento, y como a Olga, no les urge alquilar o vender. Si surge, bien, y si no, ahí está. El origen del nombre, que tanto ha llamado la atención, se debe al primer propietario, que lo tuvo poco tiempo. Había abierto otros locales y repetía denominación. A los actuales les gustó y así se quedó.
En los 40 años también anda otro de los nombres de referencia de Carballo, el Mesón do Pulpo, en la avenida de Fisterra, que sigue con fuerza. Casa Pombo. O el Río Sil, con 35 a sus espaldas, que ha evolucionado de una manera extraordinaria, logrando la recomendación en la guía Michelin y celebrando cada año unas jornadas de buey que son célebres en toda Galicia.
Hay muchos más nombres que pueden ser citados, de los que hay (Rodrigo Eloy Gómez acaba de hacerse cargo de la veterana Caracola, en la avenida de Bértoa) o de los que hubo. Por ejemplo, el Sinagoga, que abrió en junio del 76, así que este año cumple los 40. Ya con otros responsables, desde que lo dejaron Roberto García y Josefa Pazos. Pero la vida sigue, y por lo que se ve, no para.