La actuación en la estación de autobuses era muy necesaria, pero también se pueden hacer más cosas
19 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La reforma de la estación de autobuses de Carballo era una necesidad desde hace años, y la Dirección Xeral de Mobilidade decidió por fin acometerla, con una inversión de 60.000 euros. Se colocó vallas exteriores, portales, falsos techos, pintó algunas estancias... No eran sin falta. También se cortó la hierba y adecentó el entorno, que llegó a parecer una selva, y ahora al menos es visible y hasta aprovechable como jardín, pero la hierba crece rápido y no se debería descuidar el mantenimiento. Ni dejar de repasar algunas de las tareas realizadas, como zonas de falsos techos por las que hay goteras, como explicaba ayer una usuaria diaria de la estación. Y, sobre todo, ordenar o llevar para otro lado una gran cantidad de material apilado detrás de la cafetería, donde antiguamente (solo los primeros años) hubo hasta restaurante. Crea un mal efecto visual, tanto desde dentro (los que acuden al bar) como desde fuera (quienes acceden a los andenes por la zona derecha, bordeando el edificio). Precisamente en esos paseos tranquilos se observan algunos detalles descuidados que también estaría bien resolver. Dentro se observa una mayor luminosidad, y mucha limpieza. Se ocupa de ella la trabajadora que también atiende el bar, que a su vez ha hecho siempre de informante, atención al público, responder al teléfono... y que depende de Arriva, la concesionaria. La pena es que las taquillas estén todas vacías. No hay vida, nada que ver con el 92, cuando se inauguró (en la entrada hay un gran cartel de la antigua Cotop), y años siguientes. Muchos usuarios (la tarjeta metropolitana los ha incrementado) prefieren el bus en las paradas urbanas. Y eso que la estación es cómoda y ahora céntrica, no como en aquel 92, lejos de todo.