«Soy mi propio jefe, pongo mi ritmo y mi horario, y lo hago en mi patinete»
CARBALLO MUNICIPIO
Michael Briceño, de Venezuela, trabaja en Carballo para la plataforma Glovo y emplea la movilidad eléctrica
07 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Cada vez es más habitual ver grandes mochilas amarillas sobre el asfalto de las calles de Carballo. Ocho trabajadores recorren en patinete o bicicleta, moto y coche las rúas de la capital bergantiñana, dando servicio a los establecimientos inscritos en la plataforma Glovo y a sus potenciales compradores (al igual que hay otras compañías de entrega a domicilio).
En Carballo hay 14 establecimientos adheridos, algo muy habitual en las grandes ciudades, pero no tan común en núcleos más pequeños. Hace algo más de un año que esta empresa se asentó en la zona, continuando con la invisible y potente expansión que está llevando a cabo, ofreciendo un servicio que cada vez está más valorado.
Su llegada refleja una adaptación del mercado local a las necesidades de conveniencia y rapidez de los consumidores. Pero la adaptación a este servicio no es solo cosa del cliente, también para el establecimiento es una forma de ampliar el alcance y, por tanto, sus ventas. No obstante, también plantea desafíos, como la necesidad de adaptarse a la dinámica de la economía de plataformas y la posible competencia con los negocios tradicionales que no utilizan estos servicios. Además, su presencia en Carballo también ofrece nuevas oportunidades laborales, como en el caso de Michael, que ha encontrado en esta plataforma una manera de generar ingresos de forma autónoma y flexible.
Michael Briceño es pedagogo, tiene 48 años y, hace año y medio, él y su familia dejaron su Venezuela natal para terminar en la capital de Bergantiños. En Venezuela su trabajo lo desarrollaba en el ámbito universitario, y hoy lleva tres meses recorriendo Carballo como repartidor de Glovo. Cuando llegó encontró otro trabajo, pero se lesionó la espalda y no encontró un empleo que no requiriese de esfuerzo físico. Fue a través de las redes sociales y la plataforma de empleo Infojobs que Briceño encontró su camino hacia Glovo. La condición que le ponían era que debía hacerse autónomo, y lo hizo. «Desde ese momento, yo soy mi propio jefe, pongo mi ritmo, pongo mi horario y lo hago en mi patinete», comenta.
Flexibilidad
La flexibilidad de ser autónomo le ha permitido ajustar su trabajo según sus necesidades y capacidades físicas. Hasta hace dos meses compaginaba su trabajo en la plataforma con un empleo temporal en una gasolinera, pero desde entonces se ha dedicado por completo al reparto. «Para mí fue una alternativa y una salida laboral, es lo que estoy haciendo y me dedico de lleno a eso».
Afirma que cada vez más gente pide por Glovo, sobre todo en fines de semana y festivos. Lo más solicitado son los kebabs y el McDonald's de A Revolta. Aunque no solo hay comida a domicilio, también se han sumado supermercados.
La disponibilidad del servicio depende del número de repartidores que están en activo, ya que el horario lo ponen ellos mismos. Entre las 12.30 del mediodía y hasta las 12 de la noche que el servicio está activo, los propios repartidores deciden cuándo están disponibles para recoger pedidos. De ellos depende también su movilidad: Glovo trabaja con bicicletas, motos, patinetes y coches. Por eso, en función de lo que utilice el repartidor, se podrá desplazar más allá del centro. Briceño, que realiza sus entregas en un patinete eléctrico, reconoce que esto limita su alcance en comparación con aquellos que utilizan coches.
La gente está contenta por la comodidad, con el no salir de casa y hacer pedidos por la plataforma. «Me ha tocado llevar biberones, medicamentos, comida hecha o para hacer», cuenta. El trato por lo general es bueno, los malos momentos y las experiencias negativas ocurren, pero solo de forma puntual.
Mantiene una actitud positiva y profesional, incluso ha vuelto a atender personas con las que tuvo algún roce: «No me engancho ante una mala mirada, yo estoy haciendo mi trabajo», explica. A pesar de haber llegado a tiro fijo a Carballo, reconoce que está contento. «Carballo me gusta, es tranquilo».