Dieciséis segundos y 58 kilos de dinamita para tumbar la chimenea de Meirama

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

CERCEDA

Ceodron

Es la segunda demolición en 70 días en la antigua planta térmica de Meirama. Solo queda la caldera, que correrá la misma suerte antes de que finalice el año

16 ene 2024 . Actualizado a las 19:10 h.

Dieciséis segundos y 58 kilos de goma dos incrustados en 139 perforaciones realizadas en tres niveles del hormigón. Así dijo adiós tras 43 años la chimenea de la antigua central térmica de Meirama. Y como si tuviera orgullo y personalidad propia, y al contrario de lo que pensaban los técnicos, decidió ceder ante la dinamita, sí, pero de una sola pieza, a diferencia de otras estructuras similares que se partieron en dos mucho antes de aterrizar en el suelo. Lo hizo en dirección este. Para ello, los técnicos de Afesa, empresa contratada por Naturgy, realizaron un arduo trabajo previo. Mientras unos operarios efectuaban los 139 agujeros en los que se incrustarían los cartuchos de dinamita y habilitaron una especie de ventanas en la base para debilitar la estructura, otros radiaron la parte de la base que daba al oeste.

A las dos de la tarde de este miércoles el tiempo había dado una breve tregua después de dos horas de lluvia en las inmediaciones de la DP-2405, carretera que enlaza Cerceda con Mesón do Vento. El sol hizo acto de presencia, como si no quisiera perderse el evento. A lo lejos se escuchó la cuenta atrás. De repente, un enorme estruendo, que hizo retumbar el suelo a más de trescientos metros de donde se produjeron las detonaciones. Tras 16 largos segundos, sus 204 metros de altura y 8.983 toneladas de peso, que salvaguardaban los 50.868 metros cúbicos de hormigón armado se convirtieron en meros escombros.

La densa humareda invadió toda la zona y el polvo afectó de lleno a los numerosos vehículos aparcados fuera de los 250 metros de perímetro de seguridad establecidos. Aquel estruendo dio paso a unos tímidos aplausos de los numerosos curiosos, que no se quisieron perder esta segunda voladura en 70 días, después de que otros 165 kilos de dinamita tumbaran la torre que refrigeración (120 metros de altura) y tres silos donde se almacenaba el carbón.

De aquel símbolo del crecimiento económico y social de Cerceda, solo queda una instalación, la caldera, que correrá la misma suerte que la chimenea y la torre de refrigeración. Se espera que sea dinamitada antes de que finalice este mismo año.

En Cerceda había ayer disparidad de opiniones sobre si la chimenea debía quedar, o no, en pie. Jesús García González tiene 33 años y es natural de Vilaboa. Desde hace cuatro años trabaja en Desguaces 24 horas, negocio situado justo en el límite entre Cerceda y Ordes. El desguace se ubica a menos de cien metros de la chimenea y el trabajador se mostraba ayer partidario de que tenía que seguir en pie. No solo la estructura, también el resto de la planta. A su entender, incluso tendría que estar aún operativa «pola carga de traballo que xeraba».

Manuel Iglesias Gómez nació el mismo año en el que la central su puso en marcha. Del lugar de A Lousa, en la parroquia cercedense de As Encrobas, dirige desde hace un año el bar Las Tinajas, que se ubica a dos kilómetros de la antigua planta de Naturgy: «Teño sentimentos encontrados. Por unha parte quero que desapareza porque a central foi sinónimo de contaminación e ruído, pero tamén de progreso e traballo para toda a comarca».

Lisardo Veiras Varela, de 67 años. Jubilado de Ordes y antiguo trabajador de Naturgy. Participó en la construcción de la chimenea y de la antigua central térmica de Meirama, Cerceda. Trabajó en la central 43 años.
Lisardo Veiras Varela, de 67 años. Jubilado de Ordes y antiguo trabajador de Naturgy. Participó en la construcción de la chimenea y de la antigua central térmica de Meirama, Cerceda. Trabajó en la central 43 años. Toni Longueira

Pero no todos los que fueron a dar el último adiós a la chimenea eran simples curiosos. Algunos fueron historia viva de la central térmica de Meirama. Como Lisardo Veiras Varela, de 67 años de edad, jubilado de Naturgy y vecino de Ordes. Fue uno de los centenares de operarios que participaron en su día en la construcción de la planta térmica. «Dame mágoa ver como o traballo feito hai 43 anos acaba así de rápido nuns segundos, pero tamén hai que ser positivos e pensar nas novas tecnoloxías», dijo embargado por la emoción, mientras cogía su cámara réflex para inmortalizar las últimas horas de la chimenea, que comenzó a construirse en mayo del 1978 y cuyas obras se dieron por finalizadas en diciembre de aquel mismo año.

En su casco lleva la historia de la central en forma de pegatinas: Fenosa, Unión Eléctrica Fenosa, Unión Fenosa, Gas Natural Fenosa, Gas Natural y Naturgy. Aunque en su caso él entró en la empresa por mediación de la alemana Mannesmann Industria Ibérica, una multinacional alemana especializada en la construcción de plantas térmicas: «Entrei a traballar na empresa con 23 anos e tras finalizar a construción da cheminea Fenosa propúxome entrar como traballador e aí estiven, máis de 40 anos da miña vida, moitos deles no departamento de operacións».