
Confecciones Corcubión nació en 1987 y actualmente daba trabajo a 13 mujeres
25 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La de ayer fue la última jornada de trabajo en Confecciones Corcubión, la única cooperativa textil que quedaba en la Costa da Morte. Las trece socias que permanecían tendrán que buscar ahora una alternativa laboral, lo que no será fácil. Hace tiempo que arrastran dificultades porque son pocas, el espacio que tienen es limitado y algunas de ellas llevan ya 30 años batallando. «Estamos queimadas», reconoce Juliana Martínez, que ni se plantea volver a la costura tras más de tres decenios ante la máquina.
El modelo cooperativo en el sector textil tuvo su auge en la zona a finales de los años 80 y principios de los 90, sobre todo en las comarcas de Soneira y Fisterra. También dependientes de Inditex, en Bergantiños se montaron muchos talleres, empresas con trabajadoras y no socias que cotizan a autónomos.
Confecciones Corcubión nació oficialmente en noviembre de 1987, pero en marzo del año siguiente ya se dieron de baja 29 personas. No fue el único caso, en Confecciones Fisterra, que nació en enero del 88 también hubo numerosas bajas al principio. El motivo era la adquisición de maquinaria y la forma en que se repartirían los supuestos beneficios. A pesar de todo, el modelo cooperativo siguió adelante, pero nunca con demasiado éxito.
En el caso de Confecciones Corcubión, ha sido una jubilación la que ha dado la puntilla a un taller que hacía tiempo que tenía dificultades. Desde el principio, la cooperativa trabajaba para Inditex, para ropa de niño, pero hace unos meses, el responsable de esta sección en la empresa con sede en Arteixo se jubiló y la cooperativa pasó a recibir encargos de ropa de mujer.
Nuevo reto
Juliana Martínez reconoce que no tienen ni el personal, ni la maquinaria, ni el espacio para hacer frente al nuevo reto, por lo que la disolución de la cooperativa se hará oficial a finales de este mes. La representante de la entidad señala que hay trabajo suficiente y que las condiciones no han cambiado, pero que no pueden hacerlo. En Corcubión hay un taller que da trabajo a medio centenar de personas.
A pesar de todo, Corcubión pierde una empresa que empleaba a 13 mujeres que, en la mayor parte de los casos, no tienen cotizados suficientes años y cuya formación está muy limitada.
«Son cadenas de montaje de prendas», explica Mar Pernas, de la Unión de Cooperativas Galegas en la provincia de A Coruña. «Se van a la calle sin muchos recursos», explica. Muchas de las socias llevan años realizando el mismo trabajo, algo habitual en los talleres y no tienen una formación global. «Las más flexibles a lo mejor ponen también una cremallera, pero es poco habitual», explica. «No son costureras, no saben hacer patrones, llevan haciendo la misma labor año tras año», señala.
Todas las socias cotizaban a autónomos, aunque no siempre todos los meses, en ocasiones por bajas o ausencias. Fue esta necesidad de tiempo libre o de descanso una de las razones de que se haya llegado al cierre, porque al final apenas podían atender los pedidos o si lo hacían era con mucho esfuerzo.
Mar Pernas explica que la Unión de Cooperativas Galegas nació gracias, precisamente, a las entidades textiles y la de Corcubión fue una de las pioneras. Una de las últimas en cesar la actividad en la Costa da Morte fue la de Os Muíños, en Muxía, pero también las hubo durante bastante tiempo en Berdoias, Vimianzo, y en Duio, Fisterra.
Después de más de 30 años, queda solo disolver la sociedad y repartir lo que queda, algo que también será complicado. El patrimonio está formado básicamente por maquinaria y la nave que compraron las socias hace más de cuatro lustros.
Desde la cooperativa rechazan que el cambio de modo de trabajo haya sido determinante para el cierre, porque hacía mucho que arrastraban problemas, aunque solo habían dado cuenta de ellos a la Unión de Cooperativas Galegas.
El modelo logró el apoyo de muchos concellos, sobre todo del BNG
Rafael Mouzo Lago fue uno de los alcaldes que apoyaron la creación de cooperativas textiles, que a finales de los 80 eran consideradas una salida laboral muy interesante para las mujeres de los municipios pequeños. Inditex tenía mucha necesidad de mano de obra y los talleres proliferaron, muchos de ellos con muy malas condiciones de trabajo, por lo que las cooperativas eran la opción más deseable. Sin embargo, pronto quedó claro que las cosas no iban a ser fáciles.
En una de sus primeras asambleas, Confecciones Corcubión perdió 29 socias, pero siguió adelante. En esa época, el local fue cedido a las mujeres que formaban la cooperativa, donde estuvieron trabajando cinco años. Fue el modo en el que el Concello, con el visto bueno de la familia propietaria, apoyó la iniciativa, que arrancó con 65 personas.
Durante el mismo año, el gobierno local de Malpica, que también era del BNG, decidió asimismo impulsar una sociedad de las mismas características, pero el proyecto no logró convertirse en una realidad.