Corcubión hizo un viaje a la Edad Media en el que se embarcó una multitud
CORCUBIÓN
El pueblo se llenó de gente deseosa de gozar de la fiesta de la historia. Así fue el cierre de la 20.ª edición
25 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Corcubión, el municipio más pequeño de la Costa da Morte, ha vuelto a oficiar, tras dos años de pandemia, su acostumbrado viaje a la Edad Media. La fascinación de recrear un pasado más imaginario que real atrajo un año más a multitudes. Ayer al mediodía ya las calles estaban llenas de nuevo de gentes, ávidas de contemplar las atracciones, gozar de la música de animación y de degustar algunos de los productos y experimentar sabores exóticos que se mostraban en los puestos.
Uno de los más concurridos era el de Juan José Kloner, un uruguayo afincado en Palamós (Gerona), que llevó a las calles corcubionesas un horno a leña portátil como salido de la película El señor de los anillos. Se hinchaba a vender bolos preñados. «Es lo que más le gusta a la gente», decía mientras elaboraba uno de ellos, con chorizo de O Carballiño. Lleva toda una vida haciendo talleres de panadería, sobre todo para niños.
Mbarack procede de Marruecos. Tiene su jaima junto a la iglesia gótica. Recorre toda España ofreciendo tés, kebab y otras viandas de su país. «Mucha, viene mucha gente», apunta con cierta desconfianza. Ramón Monje, que nació en Ordes, pero lleva muchos años en Vitoria, es actor desde hace 35 años. Hace de sacamuelas, unas veces; condenado, otras; hombre fuerte, en otros momentos, y hasta es un dragón por ratos. Es feliz y dice estar muy contento.
Sin embargo, no todo son alegrías. Gaizka Curiarte, que procede de Bermeo, es mucho más franco. Por decirlo de alguna manera, «la cosa está suavecita». La caja está más bien vacía. La gente pasea y se divierte, pero gasta poco dinero y, si lo hace, invierte en comida. En el fondo, reflexiona, «estamos de zoológico». Lo mismo viene a pensar Jesús Carrasco, de Jaén. Vende golosinas. «Se nos ve, pero vender poco. ¡A ver por la tarde!», comenta sonriendo y sin perder la esperanza.
Mientras, los bares y cafeterías están animadas e incluso con gente haciendo cola para sentarse en algunas terrazas. Os Brinqueiros animan con sus pasacalles y el público se agolpa a su alrededor. Igual sucede con Grimorium. Las atracciones también concentran a los visitantes que deambulan mirando y curioseando en uno u otro puesto. En el ambiente se aprecian olores de especias y esencias que uno va situando en otros tiempos de la historia o son poco comunes.
Los corcubioneses son los más aplicados. Casi todos salen a la calle con sus vestimentas que remedan atavíos de la Edad Media. Algún matrimonio originario de la localidad, aunque vive fuera, anduvo orgulloso este fin de semana con trajes de gala que recuerdan a pinturas de Francisco Gallego o Berruguete. «Isto é una alegría e despois da pandemia hai que gozalo», dice él.
Un concierto y un espectáculo de Troula Teatro pusieron fin a las celebraciones
Corcubión se transformó durante el fin de semana. Muchos de sus vecinos revivieron su pasado noble en unas calles que se adaptaron muy bien a la recreación, pues tiene el casco antiguo mejor conservado de la Costa da Morte. El escenario es ideal para que espectáculos como la lucha de caballeros logren concentrar a gran cantidad de público.
«Estamos moi contentos de como se desenvolveu todo», manifiesta Aquiles Garea, uno de los artífices de estas jornadas de retorno al pasado. Quedó asombrado de la que gran cantidad de gente que acudió al Desembarco en la noche del viernes y de la implicación del vecindario para vivir una fiesta única. «Corcubión transfórmase», agrega. Un pueblo tranquilo los más días del año se convirtió en un especie de escenario de película viva en la que el público se siente partícipe de una aventura del pasado. «Había anos que non vía tanta xente», añade Aquiles.
Muchos vecinos de la Costa da Morte no han querido perderse esta conversión y disfrutar de las animaciones de calle, las acrobacias, los cómicos y los teatrillos que van representando sus espectáculos. Para la clausura estaba preparado un reclamo de gran formato: Errantes, de Troula Teatro, y un concierto de Grimorium, con ciertas licencias horarias. Hoy es festivo y al no haber rigores laborales era más fácil trasnochar.