Una puja polémica en las Torres de Nogueira, en Coristanco

luis ángel bermúdez fernández

CORISTANCO

Torres de Nogueira, en una imagen de archivo
Torres de Nogueira, en una imagen de archivo JOSE MANUEL CASAL

Las huellas de la religión | Pilar Cano mantenía una mala relación con los párrocos por sus privilegios

21 abr 2023 . Actualizado a las 21:31 h.

Dice el refrán que una casa grande «si tiene capilla, palomar y ciprés, pazo es». Las Torres de Nogueira, en la aldea homónima de la parroquia de Seavia, en Coristanco, reunían estos aspectos. En sus cercanías estaba la capilla de san Roque, perteneciente a dicha casa y que atendía las necesidades espirituales de moradores y criados. En una carta de 1915, una de sus últimas propietarias, Pilar Cano Manuel y Luque, decía que «la capilla de san Roque ostenta un escudo de armas correspondiente a la casa de Cañizar». Algo parecido sucedía con el antiguo retablo de la primitiva capilla de santa Ana, «un retablo o altar de construcción antiquísima, que contiene también el mismo escudo esculpido, sino en ambos, en uno de los lados».

Pilar Cano hacía la vida imposible a los párrocos que se iban sucediendo en Seavia, principalmente porque cada poco remitía cartas al arzobispado quejándose de ellos y, si no, justificando que tenía propiedad sobre las capillas diseminadas por la parroquia.

El 11 de marzo de 1916 fue autorizado el traslado de la capilla de santa Ana a la aldea de A Rabadeira, ya que antes se encontraba en un paraje solitario entre Couso y Seavia. Conocida la idea del párroco de hacer el cambio el año anterior, la señora das Torres escribía que la capilla era suya, postura que defendió en una carta del 24 de abril de 1916: «La capilla de santa Ana es una de las que figuran entre los bienes procedentes del marqués de Cañizar y de Lazán, comprendidos en el inventario del 12 de junio de 1699». En la carta expresaba su deseo de que la capilla fuese restablecida, ya que las obras de traslado habían sido iniciadas.

Como sus intenciones no fueron cumplidas, continuó enviando quejas al arzobispado, que hacía caso omiso de sus pretensiones. Uno de los desacuerdos está recogido en una carta de 19 de mayo de 1929: el cura Modesto Rivera había plantado alrededor del campo de la nueva capilla árboles para embellecer el entorno y dar abrigo a los romeros que acudían el día de la Ascensión a la romería. En su línea, Pilar ordenó que tenían que arrancarse.

Borró una inscripción y continuaron las quejas

Estas quejas eran todavía más latentes con la capilla de san Roque, al lado de la residencia de la señora. En primer lugar, los vecinos habían sufragado varias obras en esa ermita, como la elevación de las paredes, una nueva campana y la pintura del retablo. En 1916, los lugareños se quejaban de que había borrado la inscripción con las reformas hechas: «Se pintó y retocó el altar, como constaba en un rótulo que había en el mismo hasta hace unos días antes de la Santa Visita (…) en que desapareció dicho rótulo». En esa cartela se recogía: «Este altar se pintó y retocó a expensas de don Francisco Pose y demás vecinos en el año 1882 siendo cura don Joaquín Rodríguez».

Estos trabajos habían sido realizados por el pintor Cao Cordido. «Por pintar al óleo el altar de la capilla de san Roque de Nogueira, con sus imágenes, la de la Santísima Virgen de los Dolores, san Roque, san Juan, san Mateo y la cabeza de san Juan», según el libro de fábrica. La eliminación de estas líneas venía de la mano de Pilar Cano y su hija. Según los feligreses, querían borrar las referencias a los donantes locales y, por eso, mandaron repintar el retablo.

En la capilla se celebraban dos fiestas al año; la primera, la de san Roque, el 16 de agosto, y la segunda, el 21 de septiembre, la función de los Dolores. Como existían tiranteces, una parte de los vecinos quería trasladar la fiesta a la parroquial y, por otro lado, las familias que trabajaban para las Torres querían mantener los actos en su capilla. Así, ya en 1871 el párroco había comprado una Dolorosa para la iglesia por 500 reales y, pocas décadas después, el 24 de septiembre de 1916, se solicitaba permiso en la curia para «adquirir una imagen de san Roque para colocarla y venerarla en la capilla de santa Ana». Luego pasaría al templo parroquial. 

Altercado

Las fiestas en Nogueira habían decaído por aquellos años. En 1917, el segundo bando presentaba sus quejas ante el Arzobispado: «Por razones que nosotros Emmo. Sr. ignoramos primero (de esto hace años) nos quitaron el privilegio de venerar exclusivamente los Dolores de la Sma. Virgen, dividiendo el culto que en la capilla de Nogueira se le tributaba». En una de las últimas funciones hechas a la Dolorosa en la capilla palaciega, en el momento de pujar la fiesta, se dio cierto altercado entre el párroco y la dueña. Esta mandó al arzobispo una carta explicando el hecho acontecido. Tras felicitar al funcionista de aquel año, el cura preguntó: «A ver, ¿qué devoto hay de la Virgen Santísima que quiera honrarla llevando la función para el año que viene?». Como relata Pilar Cano, se apresuró a levantarse con el fin de cortar la puja, por lo poco que le gustaba hacer subastas de cosas sagradas, contestando así al párroco: «Señor cura, no se moleste en subastarla pues mi hija y yo tenemos gusto de llevarla». El clérigo replicó: «¿Cuántas libras de cera da usted?»; y, al momento, la señora respondió: «Daré cuanto sea necesario para hacer la función». 

Tras una breve pausa, y ante los enfrentamientos previos por ambas partes, el párroco quiso arrebatarle el ser la funcionista de la Dolorosa del año siguiente: «Pues no señora, soy yo quien la llevo». De este modo comenzaron a pujar, si Pilar ofrecía veinte libras, el cura subía diez o doce por encima y, como refiere la carta, «llegando en esta puja hasta 58 o 60 [libras de cera], cifra exorbitada para esta función que hace muchos años no llegaba a diez, incluso el último que se había subastado en solo 6 libras de cera». Hoy ya no existe la capilla. Sin embargo, las noticias documentales nos dejan ver su antigüedad, ya que contaba con un arco presumiblemente románico, así como una serie de piezas que eran del mismo estilo.